ARMA Y PADRINO
Siniestras adversativas
La tolerancia se ejerce ante las que nos incomodan, nos enfadan o nos repugnan
María Pombo tiene razón
De cañas por la paz mundial
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Iniciar sesiónAlgunas reflexiones a raíz del asesinato de Charlie Kirk versan sobre lo odiosas que eran sus ideas y el hecho de que fuese abatido de un disparo siendo defensor de la segunda enmienda. Siempre, por supuesto, tras especificar que un asesinato nunca es justificable. ... Como si tras una violación alguien publicase que violar está feo y no debería hacerse jamás, muy mal, pero es que llevaba la falda muy corta y siempre defendió que sola y borracha quería volver a casa.
Lo odioso de las ideas, en este caso, me parece tan irrelevante como en lo otro el largo de la falda. Y un poco menos que lo que piense de ambas cualquier fulano, aunque tenga la necesidad de hacérnoslo saber, por sentirse en el lado correcto o marcar distancia, lo que sea. Nadie debería morir por sus ideas y ahí estaría lo mollar. Criticarlas es legítimo, claro (mejor cuando estaba vivo, cuando no le habían ejecutado por tenerlas), pero calificarlas al hablar de su destino es solo el veredicto de nuestro particular juicio moral. Y ninguna idea es odiosa por el mero hecho de que a nosotros nos lo parezca. Las nuestras también pueden serlo a ojos de otros y esa explicación, como subterfugio sibilino para no decir «se lo andaba buscando», sería entonces aplicable también en caso de tener nosotros la malísima suerte de cruzarnos con un fanatizado armado hasta los dientes. ¿Nos define como personas la opinión de otro sobre nuestras ideas? ¿Es su mirada la que nos hace más o menos probos, más o menos asesinables? ¿La que determina el grado de conmiseración o de respeto que mereceremos si la parca se nos viene encima en formato loquito intolerante con pistolas?
Lo segundo, lo de que muriese a manos de un hombre con rifle siendo defensor del derecho a llevar armas, me parece menos paradójico que el hecho de que lo hiciese por ejercer su derecho a la libertad de expresión siendo un firme defensor de este. Es decir: que muriese haciendo aquello que quería para todos a manos de alguien que lo quería solo para los que pensaban como él. Y ahí es donde creo que está la clave: no es cuestión de izquierdas y derechas, sino de defensa de libertades y derechos para todos o solo para algunos.
Y es que la tolerancia no se ejerce ante las ideas que nos reconfortan, coinciden con las nuestras o nos reafirman; la tolerancia se ejerce ante las que nos incomodan, nos enfadan o nos repugnan. Eso no significa que debamos estar de acuerdo, que no podamos criticarlas o rebatirlas, ni siquiera que tengamos que prestarles atención. Solo que tienen tanto derecho a ser expresadas en voz alta como la mejor de las nuestras que, además, puede siempre ser abyecta para otros.
Quizá aquí todavía no corramos el peligro de que nos disparen por nuestras ideas, pero estremece pensar que a algunos más o menos conocidos no les costaría nada, llegado el caso, formular una condena con siniestras adversativas. No nos alegramos pero.
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