Arma y padrino
El horror, el horror
Estoy consternada, es horrible que Yolanda Díaz tenga que sufrir algo así simplemente por ser mujer
Monedero puede
Cositas nazis
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Iniciar sesiónLa pregunta era si aún hoy, como vicepresidenta del Gobierno, seguía sufriendo discriminación por ser mujer. Y Yolanda Díaz, contrita, contestaba que sí. Dos síes, uno detrás de otro, rotundos en forma pero dolientes en fondo. El recuerdo rascaba en las entrañas (se le ... notaba en la mirada) y, aun así valiente, hecha de otra pasta, relataba con entereza la escalofriante experiencia. Me detengo aquí, disculpen, para avisarles: si prefieren no continuar leyendo, lo entenderé. No es apto para almas sensibles. Bajo su propia responsabilidad queda el proseguir. Como digo, con envidiable aplomo, Díaz narraba cómo, en el mismísimo patio del Congreso de los Diputados y en presencia de otros compañeros, un periodista desalmado le dijo, sin rubor ninguno, que (se le quiebra la voz), que (traga saliva), que estaba cada día más guapa. Han leído bien, sí. Voy a dejar una línea en blanco para que puedan procesar el horror.
Sigo. Ella, ante semejante brete, en lugar de echarse a llorar, con la valentía que engalana solo a unos pocos elegidos, se recompuso y les interrogó: «¿Qué hago yo ante esto?». Toda una vicepresidenta del Gobierno, teniendo que soportar la discriminación intolerable de que un fulano le diga que está cada día más guapa. No que está un poco guapa o que está guapa sin más, no: que está cada día más guapa (el diablo está en los detalles). Ese es el tipo de cosas con el que se ve obligada a bregar, por el mero hecho de ser mujer. Ese el tipo de discriminaciones con las que tiene que lidiar día sí y día también. Y, ese, el más espeluznante ejemplo que ha encontrado para ilustrar su drama cuando le han preguntado al respecto. ¿Es vida esa? ¿No creen que hay que seguir denunciando estas situaciones para que no vuelvan a ocurrir? Es muy importante, «no se puede jugar con esta materia», sentenciaba. Le faltaba decir que nos va la vida en ello a todas las mujeres. Porque podría pasarnos a cualquiera el estar en medio de una conversación, o en una fiesta, o en la calle sin más, y que un conocido o desconocido, o un amigo (todos los hombres son violadores en potencia), nos diga que estamos guapas (Dios no lo quiera). Estoy consternada, es horrible que Yolanda Díaz tenga que sufrir algo así simplemente por ser mujer. Con lo fácil que sería su vida de ser varón. Que sí, que tendría más posibilidades de suicidarse o de sufrir un cáncer, o una enfermedad cardiovascular, un accidente laboral o de tráfico, de ser víctima de homicidio, parado de larga duración o padecer sinhogarismo. Pero no comparen eso con aguantar que le digan que cada día está más guapa. Aunque cobre más de cien mil al año, tenga casa gratis en Madrid con más de 400 metros y forme parte del Ejecutivo de la nación. Y luego, encima, es que las hay con suerte y, siendo mujeres y presidentas (pero de gobierno autonómico), en lugar de «guapa», les dicen «ida», «loca», «ladrona» y «asesina». Pobre Yolanda, solidarícense con su drama.
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