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Arma y padrino

El horror, el horror

Estoy consternada, es horrible que Yolanda Díaz tenga que sufrir algo así simplemente por ser mujer

Monedero puede

Cositas nazis

Rebeca Argudo

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La pregunta era si aún hoy, como vicepresidenta del Gobierno, seguía sufriendo discriminación por ser mujer. Y Yolanda Díaz, contrita, contestaba que sí. Dos síes, uno detrás de otro, rotundos en forma pero dolientes en fondo. El recuerdo rascaba en las entrañas (se le ... notaba en la mirada) y, aun así valiente, hecha de otra pasta, relataba con entereza la escalofriante experiencia. Me detengo aquí, disculpen, para avisarles: si prefieren no continuar leyendo, lo entenderé. No es apto para almas sensibles. Bajo su propia responsabilidad queda el proseguir. Como digo, con envidiable aplomo, Díaz narraba cómo, en el mismísimo patio del Congreso de los Diputados y en presencia de otros compañeros, un periodista desalmado le dijo, sin rubor ninguno, que (se le quiebra la voz), que (traga saliva), que estaba cada día más guapa. Han leído bien, sí. Voy a dejar una línea en blanco para que puedan procesar el horror.

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