PERDIGONES DE PLATA
Realquilados
Hoy algunos se ven obligados a cohabitar con extraños compañeros de piso porque el fin de mes es angostura insalvable
Caras largas (10/4/23)
Fuego fatuo (7/4/23)
Picajoso perfume a guisopo de coliflor flotando por el pasillo, gesto como de aduanero adusto marcando la faz de la patrona que regenta el negocio con mano de hierro y puño cerrado, y ese microcosmos particular, como de miseria reconcentrada, con el eterno opositor de ... mirada moribunda, el militar que espera otro destino que le acerque a su villa, el viajante de paños de Tarrasa, el profesor solterón algo amargado y ese artista con sueños de gloriosa golfemia y verbo lisonjero a flor de labio para conseguir mayor ración de garbanzos derramados por la patrona. Numerosos escritores, desde Pla a Umbral, plasmaron su fantasmagórico deambular por esas lóbregas pensiones de hostilidad urbana.
Moraban en aquellas covachuelas porque no había otro remedio y la calderilla escaseaba en los bolsillos. En la legendaria '13 Rue del Percebe', una de las viñetas de ese edificio que no era sino la España de aquel tiempo, representaba la clásica pensión con sus sórdidos latigazos de pura realidad. Hoy, algunos, también se ven obligados a cohabitar con extraños compañeros de piso porque el fin de mes supone angostura insalvable. Asistimos, pues, al retorno de los realquilados. Los hoteles y los restaurantes repletos cuando las vacaciones, pero la pobreza adquiere condición invisible porque los que no vacacionan yacen en sus hogares en modo de pudoroso mutismo. Nuestros abuelos eran carne de realquilado y se desplazaban en bici porque el coche era un artefacto de película americana con James Cagney sobre el estribo dándole al gatillo de su Thompson. Algunos paisanos recurren ahora al techo común y a la bici, con lo cual asistimos a una involución que tritura el mundo feliz que nos venden desde el Gobierno. Incluso han regresado los profesionales del sablazo, y los nuevos sablistas son como aquellos espabilados que asaltaban la panadería de Baroja para limosnearle algo de miga. Pero tranquilos, sin duda la Inteligencia Artificial o nos saca del atolladero o termina de hundirnos en la miseria. Es el progreso, amigo.