Perdigones de plata
Tradición sobrecogedora
Me encanta que la realidad, y acaso también nuestra santa tradición, rezumen tozudez inquebrantable. Mucho amenazar al personal con el euro digital, mucho tratar de arrinconar el maravilloso papel moneda, mucho perseguir esos dineros que flotan en el negro hiperespacio exterior o interior pero ... luego, a la hora de la verdad, sigue funcionando el sobre repleto de verdura fresca o la bolsa de basura trufada de crujiente flus destinado a gastos de representación, gastos más o menos espontáneos o gastos encaminados hacia placenteros lirilis, ustedes ya me entienden.
Lleva uno más de tres décadas entre la farándula y el salto de mata, como quien dice, y por muchas ilusiones que le haya puesto jamás me han pagado ni en sobres ni en estupendas bolsas basureras. Y mira que, a la hora de cobrar determinadas misiones, guiñaba el ojo como si un súbito tic me hubiese atrapado o lanzaba codazos propios de esa camaradería que indica discreción total. Pues nada, al final siempre empleaban la vulgar transferencia. Si recibes el pago en bellos billetes parece que la soldada sea mayor. En cambio, si lo ingresan en tu cuenta corriente, bah, sólo son papilla numérica. Los que crecimos en el tardofelipismo supimos apreciar la magia de los sobres voladores y el trajín de las bolsas de plástico que ocultaban algo más que una camisa. En un sobre se encierra la mística pistolera, y por lo tanto literaria, de un Lucky Luciano o de cualquier capo de las cinco grandes familias mafiosas que dominaron Nueva York. Un abultado sobre segrega un lirismo cateto y brutal, si me permiten, insuperable. Parece que Koldo y Ábalos, la historia interminable, recolectaban suculentos sobres del PSOE y esto sólo engrandece la leyenda de ambos. Me importa un bledo si el método era legal o ilegal, la verdad. Como devoto del sobre siento celos ante su suerte porque cuando encajas ese fajo amortajado por el envoltorio junto al corazón, este brinca gozoso. El metálico, aunque uno no lo huela, jamás desaparecerá mientras personajes así dominen el cotarro.