Perdigones de plata
La santa
Los periodistas no son monjitas caritativas, pero Cerdán tampoco es un cándido ser de luz
Democracia tullida
Vuelve el chándal
No todo iban a ser sobrinas de parentescos difusos, amigas fuertes de muslamen recio, ilusiones húmedas y enchufazos profundos, escuálidas exactrices porno despistadas y resto de perlas asociadas a una singular fauna y flora bañada por las luces de neón. Entre tantas amistades femeninas, ... brilla con fuerza una esposa legal, lo que se suele llamar una santa, o sea la mujer de Santos Cerdán, Paqui. Una mujer que ha irrumpido con fuerza en este culebrón que nos mantiene disfrutones pese a estos infectos calores que nos conservan la sesera reseca como la de un ficus socarrado allá en la esquina del balcón.
Y Paqui, verdadero corazón de leona, híbrido entre Agustina de Aragón y Juana de Arco, el otro día se encaró feroz con los periodistas que permanecen atentos ante la puerta de su morada. Les espetó varias frases. Destaco un par. La primera: «Tenéis que ir a la puerta de la Ayuso». Bueno, creo que practican o practicaron esa modalidad, sólo que los muchachos de los medios acuden diligentes donde el escándalo aporta mayores titulares y, ahora mismo, el epicentro de la corrala se centra en Santos, su santa y las cositas raras que, parece ser, urdía. Y la segunda: «No tenéis corazón». Hombre, la prensa, cuando huele sangre, nunca destaca por su bondad, pero aún así, si lo comparamos con las espantosas masacres de las redes, resultan bastante morigerados y sólo suelen publicar cuando contrastan las noticias. Además, no creo que Paqui tenga entre sus películas favoritas 'El gran carnaval', obra maestra de Billy Wilder donde Kirk Douglas encarna a un periodista que se beneficia de una situación dramática para catapultarse hacia las alturas. No existe crítica más trallera contra la prensa que ese clásico imprescindible. Kirk aprovecha el dolor ajeno y extrae rédito del horror. Pero su cinismo provoca consecuencias irreparables y el final de la película te deja con el culo torcido. Los periodistas no son monjitas caritativas, desde luego, pero Santos tampoco es un cándido ser de luz. Lo siento, Paqui. De verdad.
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