tiempo recobrado
La lección de Topuria
Incluso en los combates más encarnizados como el de Ali y Frazier en Manila había unos límites que no se podían sobrepasar
Inutilidad de la filosofía
Insulto a la inteligencia
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónDecía Freud que la razón habla en voz muy baja. En ocasiones, ni se la escucha. Esta reflexión viene a cuento de los elogios de la prensa a Ilia Topuria, el georgiano nacionalizado español, a propósito de su fulminante victoria sobre Oliveira en Las ... Vegas.
La pelea se decidió en el primer asalto cuando Topuria asestó un durísimo golpe a su rival, que quedó noqueado en el suelo y tumbado sobre su espalda. Lo que vemos en cómo el campeón se abalanza sobre el indefenso Oliveira y le atiza con sus puños en la cara. El árbitro le aparta y para el combate. «Hazaña», «hito», «logro excelso» han escrito algunos medios y cito entre comillas.
No puedo entender cómo es encumbrado un deportista que golpea a su rival indefenso y semiinconsciente hasta destrozarle la cara. Y también me cuesta comprender la lógica de la Ultimate Fighting Championship (UFC), una disciplina con muy pocas reglas en la que vale casi todo dentro del octágono donde se disputan las peleas.
El espectáculo de brutalidad y crueldad de la madrugada del domingo me pareció obsceno. Pero todavía peor el concierto de alabanzas a la actitud de Topuria, que, por muy reglamentaria que fuera, fue cruel e inhumana. Nadie se ceba con un rival abatido. La clemencia distingue al ser humano de los depredadores. Todo esto lo escribo como aficionado al boxeo desde mi infancia cuando admiraba a púgiles como Sugar Ray Robinson y Muhammad Ali, que convirtieron su deporte en un arte con sus fintas, sus desplazamientos sobre el ring y su inteligencia táctica.
Se ha criticado mucho el boxeo e incluso hay medios como TVE que dejaron de transmitir los combates desde la Transición. Es una posición respetable. El boxeo también es muy duro y, en ocasiones, inhumano, pero tiene reglas estrictas. Un espectáculo como el de Topuria es impensable dentro del ring. Incluso en los combates más encarnizados como el de Ali y Frazier en Manila había unos límites que no se podían sobrepasar.
La UFC es salvaje. Parece más la lucha a muerte de dos gladiadores en el circo romano que una competición. Por eso, gusta a millones de aficionados que esperan el derramamiento de sangre que precede a la derrota y humillación. Eso no sucede en el boxeo, donde es más fácil mantener la dignidad.
El combate de Las Vegas y su audiencia planetaria son el signo de que vivimos en una civilización enferma en la que la sed de espectáculo prima sobre los más elementales valores de humanidad. El éxito de este combate es una enmienda a la totalidad del mundo en el que nos quieren hacer vivir. En él, sólo tienen éxito los fuertes y los implacables, los que pegan a quienes han caído sobre la lona. Una repugnante lección la de Topuria que contrasta con el ejemplo de Ali, que renunció a sus títulos y se arriesgó a ir a la cárcel por defender sus convicciones.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete