tiempo recobrado
Heráclito y lo efímero
Todo es efímero en la vida y todo sucede de forma sorprendentemente rápida, sobre todo, en la medida en que envejecemos
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Iniciar sesiónLos días se acortan, agosto se acaba, las vacaciones se terminan y el verano pronto será un recuerdo. Resulta imposible atrapar el presente y nunca como ahora resulta tan dolorosa la fugacidad del tiempo. Viendo los atardeceres de Bayona, cuando el cielo se tiñe ... de rojo al ponerse el sol bajo el horizonte del océano, entra una sensación invencible de nostalgia.
Apuntaba el sabio Heráclito que la realidad es puro devenir, que todo es cambiante y fluido. Y recurría al fuego, cuyas llamas están en perpetuo movimiento, para expresar la naturaleza de lo real. Nunca nos bañamos dos veces en el mismo río, fue la frase que utilizó como metáfora de su filosofía.
Todo es efímero en la vida y todo sucede de forma sorprendentemente rápida, sobre todo, en la medida en que envejecemos. Los veranos se hacían interminables en la infancia y hoy pasan en un abrir y cerrar de ojos. Como señalaba Bergson, el tiempo humano es duración. No se mide con el reloj sino que discurre de forma subjetiva y desigual.
Por mucho que queramos ignorar el devenir imparable que mueve nuestras vidas en una dirección misteriosa, los pequeños detalles del entorno muestran ese cambio que destruye el pasado y va creando un futuro que todavía no existe. El cierre de un comercio, el derribo de una casa, la mudanza de un vecino, el cambio de sentido de una calle son evidencias que nos golpean para evocar esa flecha del tiempo que nunca retrocede.
Señalaba el filósofo de Efeso que el camino de arriba y el de abajo son uno y lo mismo. Cuando creemos que estamos avanzando, lo que hacemos es retroceder y al revés. Nunca se sabe. La mano enigmática del destino es imprevisible.
Los días más nostálgicos del año son los últimos de agosto porque preludian el final de las vacaciones y la llegada del otoño. Eso acentúa la conciencia de la temporalidad de la vida humana y acredita la sabiduría de ese 'carpe diem' del poeta Horacio. Es después de este mes cuando se recoge la uva, ya madura en las vides y símbolo de unos ciclos naturales que se repiten cada año.
Ignoro por qué escribo estas cosas, que me salen de forma espontánea al acabar todos los veranos. No hay duda de que soy un nostálgico incurable, pero no sé si eso es bueno o es malo. A veces, mirar demasiado hacia el pasado nos impide atrapar el presente. Y tal vez desaprovechar nuevas oportunidades.
Pero los atardeceres de Bayona son ya un puñal que se clava en el alma al no poder evitar esa sensación de perdida y de fugacidad de la belleza. Algún día otros disfrutarán de este espectáculo y ya no estaremos aquí. Tal vez sea este año el último, pero eso es imposible de saber. Fue Heráclito quien enunció que en un círculo se confunden el principio con el fin. Igual sucede en la existencia humana. Cenizas, sólo cenizas.
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