De presocráticos a posmodernos
Sobre Borja-Villel existe una opinión muy extendida en los círculos políticos y culturales: su gestión ha ido de mejor a peor, tal vez porque quince años es mucho tiempo para dirigir un centro de arte donde Heráclito («todo fluye») juega en campo propio
Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía «en fraude de ley»
La reelección de Borja-Villel como director podría ser impugnada
Benigno Pendás
Salvo algunos dignísimos pioneros, el arte contemporáneo en España -como tantas otras novedades- es hijo de la Transición democrática. En 1981, el último exiliado se instaló temporalmente en el Casón del Buen Retiro y, desde 1992, el Guernica luce como franquicia del Reina Sofía, ... una institución nacida con el propósito de hacer visible una prudente modernidad. Un acierto, sin duda, aunque es muy significativo que sus mejores frutos se recogen cuando recuerda a los 'clásicos' como Dalí. Es notable también el marco arquitectónico, bien renovado por Jean Nouvel en un contexto urbanístico que podría ser mejor utilizado.
He conocido a excelentes directores del Mncars, como el malogrado Pepe Guirao o Juan Manuel Bonet. Sobre Borja-Villel existe una opinión muy extendida en los círculos políticos y culturales: su gestión ha ido de mejor a peor, tal vez porque quince años es mucho tiempo para dirigir un centro de arte donde Heráclito («todo fluye») juega en campo propio. No sé si somos conscientes de que, a día de hoy, los jóvenes están muy alejados de las polémicas que apasionan a mi generación. No tiene mucho sentido épater le bourgeois en estos tiempos posmodernos en que la 'burguesía' actúa en el terreno de la globalización y los populismos -por desgracia- campan por sus respetos en la sociedad virtual.
Cincuenta millones de euros de dinero público es siempre una cantidad muy respetable, y mucho más en época de crisis. Deben ser gestionados con el máximo rigor, y para ello es esencial respetar las normas que a todos nos afectan en el Estado social y democrático de Derecho. Cuenta el Reina Sofía con una ley propia (ley 34/2011) en la estela del Prado, el hermano mayor, y de alguna otra institución cultural relevante. Es imprescindible cumplirla de forma estricta, y por ello resulta preocupante la información muy trabajada que ofrece ABC sobre contratos 'a la carta' y otras eventuales desviaciones, con doctrina muy precisa al respecto del Tribunal de Cuentas.
El asunto exige una explicación de los máximos responsables del Ministerio de Cultura y del propio museo, no ya solo por razones estrictamente jurídicas (entre ellas, la ley de Transparencia), sino también por razones de ética pública: ofrecer elementos objetivos de juicio para formar una opinión pública libre. Un gran jurista norteamericano, Louis Brandeis, escribió que «la luz del sol es el mejor desinfectante». Los amantes del arte contemporáneo y todos los ciudadanos conscientes aguardan con impaciencia una justificación convincente.
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