TIRO AL AIRE
Tratáis a Sánchez como a un niño malcriado
Sánchez es hoy el crío que sigue columpiándose a las tantas de la noche en el parque un día laborable, porque sus padres no se atreven a llevárselo a casa
El buen legado sanchista existe (y ya está aquí)
Planes de defensa para ellas
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Iniciar sesiónParque infantil, 23:00 de la noche de un día laborable. Un niño se columpia tan pichi en el parque. Lo acompañan sus padres que, agotados y desesperados, le exponen un argumento tras otro para convencerlo de que suba a casa a cenar y acostarse. « ... No, no y no», canta el niño mientras le cuelgan los pies. Y sigue pasando la noche. Con el pequeño agotado pero triunfador y sus padres desesperados sabiendo que poseen la razón, pero incapaces de hacer que ésta triunfe. Este ridículo caso de crianza suelen exponerlo algunos pedagogos a padres a los que se les ha ido la mano con la doctrina positiva y la tendencia a hacer de «padre o madre amiga». Para que entiendan que debatir todo con el niño para que siempre atienda a razones ni pone límites ni enseña a cumplir unas normas básicas.
España es hoy esa escena del parque. A estas horas, un guirigay de padres intenta hacer entrar en razón a un crío. Con una exposición constante de motivos. Leo y escucho cada día centenares de razones acertadas y bien hiladas de por qué Pedro Sánchez debería irse. Se lo está diciendo hasta la prensa que le ha sido más afín. Lo fundamentan desde la profundidad algunos socialistas históricos.
Todas esas voces, están, como los padres del niño del parque, intentando dar con la razón definitiva, picando en la mina de la argumentación hasta toparse con la piedra preciosa. La reflexión clave que lo mande a casa. Pero no la hay. Y no la hay porque no es necesaria. Los hechos bastan por sí solos. Su número 3 está en la cárcel. Y lo demás. Sin embargo, aquí seguimos en el juego de la ristra de la refutación, en la batalla del relato, en el discernimiento, en el colegueo, en la comprensión, en el que otro entienda. ¿Para qué? ¿Para no darle el berrinche al niño? Debe pesar la razón y ésta no necesita de explicaciones. Hay líneas rojas que no deben sobrepasarse en la educación de los niños como en el Gobierno, en las parejas como en La Moncloa. El respeto a la comunidad democrática, la no corrupción dentro de la propia casa. Los niños deben aprender a convivir, los políticos también.
Hay límites que no se negocian, pero a Pedro Sánchez, los suyos –y sus socios– le han permitido saltárselos todos. Desde el principio y durante mucho tiempo. Hasta el Constitucional lo ha hecho. ¿Cómo no entenderle? Aquí tienen al chico mimado, consentido, el que ha abusado de la disciplina positiva, el que ha crecido –gobernado– sin más referencias que su santa voluntad, porque se lo han permitido. Pedro Sánchez es hoy el crío que sigue columpiándose a las tantas de la noche en el parque un día laborable, porque sus padres, por no contradecirlo, no se atreven a llevárselo a casa. Luego que si el niño tiene el síndrome del emperador.
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