EL RETRANQUEO
Pasados de bótox
El PSOE ya quedará siempre con la deuda moral de mentirse a sí mismo
Sánchez ya tiene a su 'hombre de paz' (20/9/23)
El PNV viejuno (19/9/23)
Cambio de régimen, periodo deconstituyente, uso alternativo del derecho, deslegitimación del sistema, refundación del Estado, perversión constitucional, manipulación de la soberanía, superación de la legalidad, golpe a la separación de poderes, deconstrucción de la nación, ruptura de la unidad, autogolpe, transfuguismo… En condiciones normales, la ... ampulosidad de las palabras y su gravedad no deberían conducir a un desistimiento emocional. Pero las condiciones no son normales. El 23 de julio abocó a una desesperanza pesimista en más de la mitad del electorado que daba por amortizado a Sánchez. Hoy, unos delincuentes redactan su propia amnistía mientras fuerzan instituciones implicándolas en un plan que sustancialmente supera con mucho la obediencia al gobierno de turno.
Hay una España que realmente da por superado un ciclo político y social de 45 años, y que cree en un proyecto plurinacional. Se diseña un nuevo andamiaje jurídico y legislativo para una España diferente bajo eufemismos como pluralidad y complejidad territorial. Hay una sociedad rupturista, otra indiferente, y otra reactiva. Pero las dos primeras anulan a la tercera. Todo forma parte de una idea consciente y no de un mero pacto táctico para asegurarse escaños prestados. Todo se acepta porque la anomalía no responde a una coyuntura, sino a una estrategia iniciada por el PSOE en el año 2000 con una deliberada inclinación hacia el nacionalismo excluyente. La herramienta usada fue lograr una fractura social basada en un proceso ideologizante radical que ha terminando por resucitar rencores latentes hasta imposibilitar la reconciliación en la moderación de las mayorías reales.
El sanchismo no es oportunismo ni un simple ejercicio de personalismo narcisista. El argumento es demasiado simple. Es que el PSOE cree firmemente en una España alternativa y casi nadie da por fallida una investidura de Sánchez. Aún no se conoce una sola letra de la ley de amnistía y ya se digiere con mansedumbre. Pero la certeza no es solo el profundo cambio debilitador del Estado, sino su irreversibilidad, la seguridad de que nada de lo que se apruebe podrá volver a recuperar su forma inicial. Se han activado palancas para que nada quede al albur de jueces con conciencia y libertad, y todo queda atado bajo un diagnóstico asumido sociológicamente con desinterés y credulidad, como si se fuese un mal menor pasajero.
Hay en ciernes una socavación irreversible de los cimientos del sistema, hay una anulación del liberalismo como escudo de defensa de una pluralidad constructiva, hay una negación progresiva de la monarquía parlamentaria, y el republicanismo cívico evoluciona de modo visceral y revanchista. Decidan lo que decidan Junts o el PNV, la palabra pública de Sánchez y el derribo de su propia dialéctica son una cancelación de sí mismo. Que cada cual valore el precio de su dignidad en esta cirugía de la democracia pasada de bótox, desfigurada. Y no por las exigencias del separatismo, que sólo responde a su ADN destructivo con coherencia y determinación, sino porque el PSOE ya está en otra cosa: en esa España atávica que cree que el independentismo tiene razones, por ultraderechista que sea. Sánchez se reía. Está en la reconversión de España desde la deuda moral de mentirse a sí mismo.