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pincho de tortilla y caña

Horizonte negro

A pesar de lo que dice Sánchez, pruebas haberlas haylas y terminarán saliendo

El riesgo del hartazgo

Los puentes de Madison

Luis Herrero

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He leído en las últimas horas multitud de informaciones periodísticas que, en resumen, llegan a la misma conclusión: el entorno de la pirámide faraónica de la Moncloa contiene la respiración ante las revelaciones que, eventualmente, puedan salir a la superficie en los próximos días, ya ... sea en los medios o en informes de la UCO. Todos los entrecomillados de esas informaciones, las fuentes anónimas que las alimentan, afirman que Sánchez está tranquilo porque sabe que nunca intercambió mensajes penalmente comprometedores ni con Ábalos ni con ningún entorchado de la trama. Una versión que recuerda demasiado el «no hay pruebas ni las habrá» que pronunció Felipe González en los años 90 cuando las andanzas criminales de los GAL abastecían de truculentos titulares a los diarios de la época. Sin embargo, ni la tensión muscular de la mandíbula de Sánchez ni el paupérrimo argumentario que exhibe para protegerse de la lluvia ácida de los wasaps y de las filtraciones iniciales –no sabemos si fidedignas– de algunas pesquisas de la Guardia Civil no avalan la tesis de su supuesta tranquilidad. Que está pasándolo mal es una evidencia palmaria. Y que sus asesores no aciertan con la tecla para ponerle sordina al runrún de «¡la que se avecina!» que pulula por los corredores del poder, también. Su torpeza ha quedado al descubierto tras el fiasco de la estrategia inicial de culpar a la fachosfera –jueces, policías y opositores– de haber filtrado los mensajes que viene publicando 'El Mundo', casi con puntualidad diaria, desde hace más de una semana. ¿Por qué lo hicieron si sabían a ciencia cierta que el origen de la filtración era otro bien distinto y que antes o después se daría a conocer? Son cabezas de huevo, sí, pero pasados por agua. 'El País' publicó hace dos días que alguno de los implicados en la trama de corrupción ligada a Ábalos anunció que si no se tomaban determinadas medidas a favor de los implicados se filtrarían «grabaciones» que podían «tumbar al Gobierno» y que afectaban a Sánchez, a Santos Cerdán, a Ángel Víctor Torres y a dos exministros vinculados a eléctricas. El mismo emisario hizo saber que si se pagaban una serie de gastos del procedimiento judicial, si se archivaba el expediente disciplinario abierto en Interior a un policía, exalto cargo del Ministerio de Transportes con Ábalos, y si se readmitía a un trabajador de Correos, esas grabaciones capaces de «tumbar a un Gobierno» no verían la luz. Esta información –una de las más reveladoras de cuantas he leído últimamente– demuestra más allá de cualquier duda razonable que el Gobierno, cuando comenzaron a aparecer los wasaps, sabía cuál era el origen de la filtración. ¿A qué viene entonces el burdo intento de echarle la culpa a la fachosfera orquestado por todos los voceros oficiales durante las primeras horas? El propio Ábalos les dejó con el culo al aire al día siguiente. ¿De verdad no tienen mejores estrategias para defenderse? Pues que se preparen porque, a pesar de lo que dice Sánchez, pruebas haberlas haylas y terminarán saliendo a la luz. Pincho de tortilla y caña a que cuando eso suceda el horizonte penal de más de uno (o una) se teñirá de negro.

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