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pincho de tortilla y caña

El riesgo del hartazgo

Los políticos españoles son tan cansinos que se han vuelto invisibles

Los puentes de Madison

A oscuras

Luis Herrero

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A pesar de que el cruce de mensajes de WhatsApp entre Sánchez y Ábalos ha amenizado un poco el cotarro, lo más suave que puede decirse de la situación política actual es que lleva mucho tiempo en un bucle aburridísimo. La expectación inicial sobre ... la fragilidad de la legislatura ha derivado en un tremendo bostezo. El morbo que provocaba la ráfaga de insultos que cruza a diario de una orilla a otra ha dado paso a la indiferencia general. Las crónicas baldean cada día pozos secos como tejas. No es que estemos atrapados en el tiempo, como Bill Murray en el día de la marmota, sino más bien atrapados en el tedio, como Jack Lemmon en 'El Apartamento' antes de que le dieran la llave del baño de directivos. Bill Murray, después de todo, cambiaba de actividad a diario: unas veces aprendía a tocar el piano, otras ensayaba distintas formas de suicidio, de vez en cuando le sacudía un puñetazo a un tipo pesadísimo que le abordaba por la calle y siempre estaba depurando nuevas técnicas de seducción para llevarse a la cama a Andie MacDowell. Había mucha más variedad en el mismo dos de febrero de Punxsultawney, Pennsylvania, que en el correcto fluido temporal de la empresa de seguros neoyorquina de Jack Lemmon.

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