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Mejoramos, pero no tanto
Sánchez se achantó, cambió de bando con respecto al Sahara y desde entonces nos estamos haciendo perdonar los errores previos
Seguimos a prueba, esa es la verdad. Las relaciones de España con Marruecos siempre han sido difíciles, de tiras y aflojas, de cortesías o ultimátum según los momentos. Marruecos ha tentado a cada gobierno español desde la llegada de la democracia y Aznar tuvo que ... echarlos de un puntapié del islote de Perejil; cortó las tonterías por lo sano, pero eran otros tiempos. Con Pedro Sánchez la relación salió peor, porque se permitió (por influencias de sus socios podemitas) ciertos desaires diplomáticos, como no cumplimentar al vecino según la costumbre en el primer viaje al extranjero y acoger en secreto al líder polisario en un hospital de Logroño. La respuesta, contundente, consistió en llenar la costa de Ceuta de cientos de niños llegados a nado; la inmigración infantil como nueva marcha verde. Sánchez se achantó, cambió de bando con respecto al Sahara y desde entonces nos estamos haciendo perdonar los errores previos. Algo se mejora, pero no tanto como para que Mohamed VI se decidiera ayer a suspender su descanso.