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EL ÁNGULO OSCURO

Sólo y solo

En la supresión de la tilde al adverbio sólo se esconde un intento populista de halagar a los zoquetes que no saben distinguirlo del adjetivo

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Juan Manuel de Prada

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Antaño, las más garridas y aguerridas polémicas las sostenían los teólogos, que debatían buñuelescamente sobre la hipóstasis, la anástasis y la apocatástasis; y lo hacían con tanta acritud y encono que acabó acuñándose la expresión «odium theologicum», tan paradójico en quienes cultivaban la más pacífica ... y celestial de las ciencias. Este odio teológico sería luego heredado por todos los gremios intelectuales, que ocuparon en la sociedad secularizada la posición del teólogo. «El odio ha acabado refugiándose en la revista de asiriología», ironizaba Eugenio d'Ors, aludiendo a la exacerbación que la pasión polemista padece, a medida que se adentra en ámbitos más especializados, a medida que se centra en cosas tan aparentemente nimias como una tilde. Pero nada hay menos nimio que la ortografía; y prueba de ello es que el lenguaje coloquial ha incorporado en sus modismos la importancia de la disputa ortográfica: «Por hache o por be…»; «Poner los puntos sobre las íes», etcétera.

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