Progres y fachas de la mano

Estamos asistiendo en Gaza, desde hace año y medio, a una masacre sin parangón, con bombardeos masivos sobre población civil indefensa y utilizando el hambre como arma de guerra. Y mientras tales desmanes se perpetran, el doctor Sánchez (como, en general, todos los capataces del pudridero europeo) se ha contentado con ensayar diversos postureos inanes, para que su parroquia de abducidos piense que su líder carismático está apoyando la causa palestina. Y mientras ensaya tales postureos inanes, el doctor Sánchez se ha dedicado a firmar contratos de compraventa de armas con Israel. Ahora, seiscientos días después de que Israel empezase a bombardear población civil indefensa, el doctor Sánchez califica de «genocidio» lo que en Gaza está sucediendo. Y la medida que propone para castigar a quienes lo están perpetrando consiste en… expulsarlos del festivalete de EuroSión. Sin duda, Netanyahu habrá temblado de pánico ante la expectativa de tan onerosa sanción.

Si en España quedase algo de fibra moral, la ocurrencia fantochesca del doctor Sánchez –formulada, además, mientras España mantiene vigentes decenas de contratos armamentísticos con el ente sionista– habría provocado repulsa unánime. Pero en esta España hecha papilla tenemos a los progres lloriqueando porque los fachas han beneficiado en el festivalete de marras a Israel con sus 'televotos'; y solicitando que el dinero que los fachas han apoquinado en sus 'televotos' se destine a «ayuda humanitaria». Sin duda, el doctor Sánchez sabe que se dirige a retrasados mentales que chapotean en el emotivismo vacuo; y sabe, además, que tiene enfrente una derechuza casposa atrapada en la cárcel de sus distorsiones cognitivas, ridículamente convencida de que su sionismo servil contribuye –'risum teneatis'– a la 'batalla de las ideas' contra el 'Gobierno socialcomunista'.

¡Pobres botarates! Cada 'televoto' fue un regalo que hacían al doctor Sánchez y a toda la patulea europeísta que, mientras construye un relato aspaventero de apoyo a los palestinos, es cómplice de su exterminio, manteniendo los contratos armamentísticos con Israel. La derechuza española es la coartada que el doctor Sánchez necesita para construir los relatos y trampantojos que le permiten mantener embaucados a los zombis de la parroquia progre. Así, el doctor Sánchez puede permitirse, incluso, escenificar la falsa 'suspensión' de contratos armamentísticos con los israelíes; pero lo cierto es que las relaciones armamentísticas entre España e Israel son hoy más activas y lucrativas que nunca, con más adjudicaciones de contratos por mayor monto económico y con más colaboración empresarial conjunta; y con mayor número de tránsitos y trasbordos de material militar con destino a Israel por territorio español. Nunca antes la industria israelí había sido adjudicataria de tantos contratos del Ministerio de Defensa español en cantidad y volumen económico; nunca antes tantas empresas españolas o radicadas en España habían desarrollado tantos proyectos conjuntos con empresas israelíes. Pero los botarates de la derechuza, con sus patéticos 'televotos' en el festival de EuroSión, piensan que está combatiendo a un Gobierno socialcomunista y propalestino (¡y ganando la 'batalla de las ideas', oiga!).

Sin duda, la misión de esta derechuza mentecata no es otra sino garantizar la tranquilidad de conciencia de los progres, que así pueden aplaudir las acciones puramente cosméticas del doctor Sánchez. A la postre, vuelve a demostrarse que progres y fachas comparten el mismo objetivo, que no es otro sino impedir cualquier acción política digna de tal nombre, propiciando que los zombis de sus respectivos negociados se conforman con el activismo de 'hashtag' y 'televoto' que fusiona la masacre de los palestinos con un festivalete hediondo que los mantiene entretenidos. Desahogos onanistas de gentes cretinizadas y enjauladitas en su redil ideológico que piensan que votando a Israel en un festivalete cochambroso, o impidiendo su participación en el mismo, están librando una batalla cósmica entre el bien y el mal.

Progres y fachas padecen la misma enfermedad: confunden la realidad con la ficción. Los fachas ponen a una masacre música festivalera, probando su nihilismo fatuo; los progres conceden a la música festivalera el tratamiento de una masacre, probando su emotivismo inane. La combinación de nihilismo fatuo y emotivismo inane prefigura una sociedad hecha unos zorros donde compromiso político y entretenimiento intercambian los papeles; en donde las matanzas nos importan menos que un meme, en donde los 'televotos' sustituyen el botón que detona las bombas. Una sociedad emotivista e infantilizada, sin fibra moral ni capacidad para confrontarse racionalmente con la tragedia, sin auténtica compasión, que ha hecho del aspaviento inane (un 'televoto', un 'hashtag') la coartada que necesitan los demagogos para seguir engañando a su parroquia y seguir enviscando a la parroquia adversa.

Progres y fachas son el anverso y el reverso de la misma moneda: gente disfuncional que nos arrastra al abismo moral, mientras los demagogos medran a costa de su nihilismo fatuo y su emotivismo inane, convirtiendo la acción política en puro postureo ante la galería