¿Victoria pírrica?

Si, como todo apunta, el Rey le encarga formar gobierno, tendrá que contestar a las preguntas que Feijóo hizo en su discurso de investidura y no encontró respuesta, porque sus vicarios no podían hacerlo al no saberlo ni tener el poder para ello, mientras él sonreía en su asiento o no se hallaba. Preguntas cómo: ¿va a conceder la amnistía que piden los secesionistas para cuantos intervinieron en el golpe de Estado del que hoy precisamente se cumplen seis años?, ¿va a aceptar la consulta sobre la independencia que vienen también pidiendo? Habiendo preguntas también para otros, como el PNV: ¿va a aceptar otros cuatro años un gobierno donde la política económica la dicta Podemos, a punto de desaparecer, en ese popurrí que es Sumar?, que les sentó a cuerno quemado: «No se preocupe por nosotros», señal de gol. Con los pequeños pidiendo más dinero para ellos y los africanos.

A lo que se añaden otros inconvenientes tanto o más difíciles de salvar. El primero, la lucha sorda, pero sin piedad, que mantienen Esquerra y Junts por el liderato en Cataluña, lo que no ha impedido que vuelvan a pedir la amnistía y el referéndum antes de dar su voto a Sánchez. Obligando al PSOE a contestar que por ese camino no se va a ninguna parte. Como colofón de tal embrollo, cuando el Rey pregunte a Sánchez con qué apoyos cuenta, este encantador de serpientes sólo podrá contestarle que «espera contar con dichos apoyos». Lo que pone en un aprieto al Monarca. La mayoría de los expertos opinan que al final tendremos nuevas elecciones. Mi idea es que tampoco solucionarán nada, pues el mandato que pueda recibir Sánchez será tan débil y cuestionado como él personalmente. Ayer estaba en Sevilla como un Rey Mago repartiendo caramelos e intentando engañar a todos al mismo tiempo, su táctica favorita. Pero de amnistía y autodeterminación, ni mu, para no perder la costumbre.