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LA HUELLA SONORA

Kroos: el arte de cortarse la coleta

Es el acto de mayor elegancia posible: retirarse a tiempo, justo en el momento que comienzas a sospechar que un minuto más sería intolerable

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Toni Kroos saludando a la afición en un partido de esta temporada reuters
José F. Peláez

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Arrastrarse en Arabia, inflarse a ganar dinero en Qatar, perder la dignidad en China o, peor aún, irse a Miami como un hortera a pegar pases de cuarenta metros que nadie recibirá porque, para que comprendan tu dedito, necesitan un anuncio previo, una traducción a ... yardas y un burofax. No son más que otras formas de estirar el meñique ante la vida. Frente a ello, la dignidad, el silencio, el adiós tranquilo y desafectado de un hombre que se va jugando una final tras la cual ya no habrá nada. Es el acto de mayor elegancia posible: retirarse a tiempo, justo en el momento que comienzas a sospechar que un minuto más sería intolerable. No hace falte que lo sepa el resto, sobra con que lo sepas tú. Porque al otro lado de la vulgaridad está el olvido, el fin de la leyenda, el arrepentimiento de no haber sabido irse cuando tocaba. Y entonces los que te piden que te quedes te reprocharán que lo hayas hecho. Y llega el sentimiento de fracaso, que no es normal pese a que de tanto verlo lo comencemos a ver como estándar, inevitable, algo a lo que hay que de adaptarse. Y entonces fracasaremos sin saberlo, fracasaremos creyendo que es la manera en la que acaban las cosas. Peor aún: fracasaremos pensando que estamos triunfando.

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