la suerte contraria
Giorgia, amor
El colapso de la derecha está a punto de llegar. Y no lo hará por los moros sino por los cafres
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OK, 'boomer'
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Iniciar sesiónAHÍ la tienen, de grana y oro, Giorgia Meloni, Giorgia que no arde, Giorgia de cera y bronce, con su melenita de profesora penene, su moral de mercería, su sonajero ideológico y su lirismo de opereta, proyectando nanas tristes, nanas muertas, nanas de la ... cebolla de Miguel desde Torrijos, ante un auditorio de bebés-alondra que aplauden, también muy serios, como las foquitas de Cabárceno a los cuidadores que les tiran sardinas pasadas desde el fondo de un cubo sucio, con los ojos hundidos –Giorgia– y la cabeza colgando –las sardinas–.
Se ha viralizado su discurso en la ONU como se viralizan los discursos del portero en el vestuario de un equipo de Segunda. Meloni afirma, muy seria y muy rubia, que nación «significa más que un lugar físico, un estado mental». Y aplaude el cafrerío, sabedor, sin duda, de las consecuencias de la sumisión del individuo a la comunidad espiritual con la que Giorgia, primera de su nombre, pretende situar el mito por encima del debate democrático y de la propia Ley. Y nos cuenta entonces que 'Occidente' es una civilización única con 'valorespropios' que debe «defender su identidad», alimentando la lógica de 'nosotros contra ellos', sin saber muy bien quiénes somos nosotros, pero dejando muy claro quiénes son ellos, al posar en el aire los 'valorespropios' como motitas de polvo flotando en el haz de luz de la tarde. En Occidente, los 'valorespropios' son la ley, Giorgia, es decir, eso que emana del pueblo y que acabas de poner por debajo de la patria y que catalogas como 'decadente' frente a la grandeza del pasado glorioso y del mito fundacional, es decir, de Rómulo y de Remo chupando de la teta del Gatopardo.
Y la 'oikofobia' de Scrutton, ese escritor de autoayuda al que debemos que haya quien piense que llevar chaqueta de lana de Escocia convierte a los 'influencers' en pensadores. Cree Giorgia –aplaude el cafrerío– que mirar la propia historia con afán crítico y no lanar –tanta Escocia– es una manera de traición, deslegitimando, así, el pluralismo que debe caracterizar a las democracias liberales, es decir, los 'valorespropios', Giorgia, Giorgia líderesa, Giorgia que actúa siempre por el bien –de–su–pueblo, Giorgia en cuya voluntad está encarnada la de la nación, Giorgia que sabe que el autoculto –que es como el amor propio, pero con un aire a lo Nerón– es el primer paso hacia el autoritarismo.
La retórica de una fortaleza cerrada y de la pureza cultural ha sido el recurso para justificar la exclusión de las minorías y las políticas xenófobas. Sin Castilla, Occidente acabaría en Requena, Giorgia. ¿O qué te creías? Nuestra pureza ha consistido en coger la Roma contaminada, pasarla por lo godo y mezclarla con lo indígena. El colapso de la derecha está a punto de llegar. Y no lo hará por los moros sino por los cafres, que no solo no son capaces de detectar el huevo del fascismo, sino que lo aplauden, porque, en realidad, piensan que no está tan mal. Los 'valorespropios' son la ley de cuando falla la ley, ¿sabes, Giorgia, amor?
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