LAPISABIEN
El Ateneo, lo que queda
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Iniciar sesiónEl acto del Ateneo traía vagos clamores de la imagen del Palace, y una acorazada ya vetusta que nada ya pudo hacer, ni hará, contra Sánchez. Las baronías se mueven, hablan, en las paellas con conejo manchego de las casas del pueblo, cuando los ... vinos de pitarra hacen 'largar' más de la cuenta; pero eso ya se sabe. En lo del Ateneo, el PSOE de siempre, el que se sabe deudor de muchos, solo pudo confirmar que por tantos que sean, contra la realidad no hay nada que hacer. Y además es imposible.
Felipe y Guerra, Guerra y Felipe, y Felipe que ya no quiere ir de jarrón roto; sino de patrón de una España inexistente y santo por contraste de lo que vino detrás. Fue la suya una forma demagógica, quizá, pero era una España que ponía un ambulatorio y el anciano reía o por lo menos tenía claro el país que dejaría para la posteridad el día cuando le operaron el orzuelo. Y así, con el nieto de la mano y hacia un parque con sol, iba calando el mensaje en ese simpatizante, el nieto, que luego sería abogado y al que ya empezaron a escamarle cosas, gentes, 'henmanos', pero que creyó en un bien mayor. Angelito.
Del acto del Ateneo nos vamos a acordar como del Pacto de San Sebastián, y estará en los libros como el 'Franco Traslado' de Dolores Delgado y Bolaños. Pues aunque se estuvo de acuerdo con sarcasmos cruzados en lo evidente, todo era en un libro. Y en España, ya se sabe, los secretos se guardan en un libro... y los secretos se los lleva el viento. Dios sabe a dónde.
A Felipe González se le vieron ya modos entre el sol del Caribe y la Historia, a Guerra sus 'guerrismos' apotegmáticos que nos pintaron un tiempo, si no feliz, sí de llamar al pan, pan, y vino a las rosas, y los dobles sentidos.
Lo que quede en el viento del acto del Ateneo será eso. El hálito final de ese PSOE que siempre tuvo en la contramarcha a última hora una virtud discutible, con gran impacto en coronarias y otras partes blandas. El consuelo está en una pataleta gloriosa de Pablo Iglesias ahora que su invento está sin sangre, y la sangre, la de su prole, tira mucho.
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