González y Guerra escenifican su reconciliación en el Ateneo ante el vacío del PSOE de Sánchez

Será este miércoles por la tarde en el Ateneo de Madrid, el emblemático centro que vuelve a recoger toda la efervescencia política y cultural de la capital de España, con una nutrida presencia de históricos del partido y un vacío total, salvo enmienda de última hora, de la Ejecutiva y del Gobierno de Pedro Sánchez. Sí estará el presidente de la Junta de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, pero será la excepción que confirmará la regla, la de la ausencia del actual PSOE en un acto con lo más granado –con permiso del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero– del antiguo o histórico PSOE.

«A mí no me han invitado», contestaba con sorna ayer en privado un altísimo dirigente de la Ejecutiva, «nosotros no vamos echar leña al fuego», decía otro, que confirmaba que no estará en la presentación. «Si vamos les daríamos el titular que ellos quieren», justificaba su ausencia un tercer dirigente socialista que se sienta en la mesa del Consejo de Ministros. Una actitud diametralmente opuesta a la de veteranos dirigentes consultados, que con entusiasmo confirman su asistencia a un acto que podría marcar como pocos la fractura en un partido fruto, sobre todo, de la política de alianzas del actual Gobierno, duramente criticada por González y Guerra en los últimos tiempos.

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La excusa formal es la presentación del último libro de Guerra, 'La rosa y las espinas', que edita La Esfera de los Libros, y que recoge de manera extractada las impresiones del exvicepresidente en el documental 'Guerra. Alfonso. El hombre detrás del político' dirigido por Manuel Lamarca, quien también participará a las 19:30 horas en el acto, para el que el Ateneo ya colgó ayer el cartel de 'no hay billetes'.

No es la primera vez que se encuentran en público recientemente, cosa que ya ha sucedido dos veces en este mismo 2023, en primavera durante la presentación de un libro del exministro de la Presidencia, Virgilio Zapatero, quien también estará en el acto de hoy, y la semana pasada durante un acto en la Sevilla natal de ambos.

Pero sí la primera ocasión en mucho tiempo que los dos, como en los viejos tiempos, actúan juntos, después de largos años de distanciamiento que ninguno niega, y del que Guerra habla con precisión en el libro de marras, explicando los motivos que llevaron en los años noventa a su salida del Gobierno, primero, y de la vicesecretaría general, después, al mismo tiempo que González cedía igualmente el testigo, tras veintitrés años seguidos ambos en el puesto de mando del PSOE.

Ahora, sin embargo, la coyuntura de España y de su formación política les ha unido como hacía tiempo que no ocurría. Hace justo un año, con motivo del cuarenta aniversario del histórico triunfo de 1982, Ferraz decidió excluir a Guerra de los fastos organizados para la ocasión. González lo pasó por alto en el primero de ellos, la inauguración de una exposición en la sede del partido a la que se invitó también a Zapatero. Pero en el evento central, un mitin en Sevilla con Sánchez y él mismo como únicos protagonistas, el ex secretario general no dudó en aludir a su sempiterno número dos. «Lamento no encontrar a ese personaje excepcional que sujetaba mi mano aquel día», rememoró emocionado, puño en alto, evocando la icónica foto del Palace, cuando ambos saludaron a los simpatizantes tras haber logrado una mayoría absoluta que nunca más volvería a repetirse con la misma magnitud. La sangre no llegó al río entonces, y el acto siguió con normalidad, pero la brecha abierta no parece haberse cerrado.

Las discrepancias y el distanciamiento de los dos dirigentes históricos con el PSOE vienen de lejos, y tienen como común denominador a Pedro Sánchez. Desde la coalición con Podemos, una formación con la que González no ha dejado de confrontar, entre otras cosas por la simpatía de ese partido hacia el régimen chavista de Venezuela, del que el expresidente español es un destacado crítico, hasta el progresivo acercamiento a los independentistas. González y Guerra arremetieron contra los indultos y ahora contra la amnistía, y ambos han deslizado también distintas enmiendas a las políticas de memoria aprobadas por el Gobierno en la Ley de Memoria Democrática, que González llegó a calificar como la de la «desmemoria», algo que le costó duros ataques de los actuales mandatarios del PSOE.

La semana pasada, la expulsión como militante del exlíder de los socialistas vascos Nicolás Redondo (quien también estará hoy en el Ateneo) provocó el último roce de González con la actual dirección. El expresidente recordó que a Nicolás Redondo padre, el histórico líder de la UGT fallecido este año, no le echó del PSOE cuando organizó en 1988 una huelga general en su contra por la reforma de las pensiones. «Y era un asunto serio, no una opinión», señaló con toda intención González el mismo día en que se conoció la noticia de la defenestración de Redondo hijo.

El dúo que marcó una época en el PSOE y en la política española, cumplidos ambos los ochenta, se junta de nuevo en Madrid. Lo hace con el aforo completo y, signo de los tiempos, con una retransmisión por streaming que permitirá seguir en directo la presentación a todos aquellos que no puedan acercarse al Ateneo madrileño.