La tormenta Sánchez

Pedro Sánchez se presenta ante la opinión pública como un dirigente extranjero que se pone a disposición de un país vecino asolado por una catástrofe natural que en la distancia no puede evaluar. Estamos para ayudar, estamos para cooperar, estamos para lo que buenamente nos vayan pidiendo, viene a decir el presidente del Gobierno, que olvida de forma premeditada la normativa que sin necesidad de convocar comisiones interministeriales, anunciada de forma solemne para el martes, habilita al Gobierno para tomar las riendas de una crisis como la que afecta a Valencia.

Carlos Mazón no vio venir la tormenta y, cuatro días después, tampoco ha visto venir la borrasca que envuelve a un político que sabe hacer de la necesidad virtud y de la oportunidad, oportunismo, ahora para lavarse las manos con el agua de los charcos valencianos y dejar caer que la omisión de socorro es responsabilidad exclusiva del presidente Mazón. «Ya habrá tiempo de depurar responsabilidades», dice Sánchez mientras deja marcado al presidente de la Comunidad Valenciana. «Celebro la petición de Mazón», declara el presidente del Gobierno en una comparecencia cuyo único argumento fue la magnanimidad de su persona ante la incompetencia de un político ya marcado por las dos tormentas que no vio venir.