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el contrapunto

Sánchez encumbra a Puigdemont

Un apoyo del PP a Illa, por activa o por pasiva, sería una malversación de su excelente resultado. Un suicidio

Gane quien gane, mandará el prófugo

El dóberman era Óscar Puente

Isabel San Sebastián

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Si el PSC fuese todavía un partido constitucionalista, tendríamos motivos para congratularnos por el resultado de los comicios catalanes y albergar esperanzas. Dada la mutación sufrida por esa formación y la sumisión de su líder a Pedro Sánchez, se impone una lectura harto más ... pesimista para quienes defendemos la unidad de España y el imperio de la Ley. Porque lo cierto es que Salvador Illa ha ganado, pero nadie duda de que pondrá esa victoria a disposición de su caudillo para que éste la utilice como le convenga. Y también se ha disipado la incógnita sobre la fuerza real de Puigdemont y sus intenciones. El prófugo de Waterloo es hoy el abanderado indiscutible de un independentismo menguado, aunque no vencido ni mucho menos dispuesto a tirar la toalla. Puigdemont quiere regresar, coronado, al palacio del que se fugó en el maletero de un coche, y ha lanzado su ultimátum al inquilino de la Moncloa: si aspira a conservar la poltrona, más le vale devolverle el favor recibido en la investidura y convertirlo en 'president'. En caso contrario, ya puede despedirse de una legislatura que sus siete diputados se encargarán de hacer naufragar por el procedimiento del bloqueo.

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