el contrapunto
Estas 'progresistas' se ríen de nosotras
Ana Redondo es cómplice de Irene Montero por acción u omisión en el escándalo de las pulseras
Mientras tanto, Begoña y David…
Sánchez suelta a la jauría
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Iniciar sesiónEl feminismo fue durante más de un siglo un movimiento transversal, indispensable, revolucionario, a menudo heroico, destinado a conseguir la plena igualdad de derechos civiles y políticos de las personas, independientemente de su sexo. Ahora se ha convertido en el gran negocio de la ... izquierda, y no solo en sentido figurado, como atestigua el escándalo de las pulseras antimaltrato que salpica a Irene Montero, primera titular de la cartera de Igualdad, que pasó, por vía marital, de cajera a ministra; de las acampadas del 15-M al chalé con piscina en Galapagar; y de máxima defensora de la educación pública a llevar a sus hijos a un colegio privado.
Resulta que doña Irene, a quien defiende con tanta vehemencia como opacidad su sucesora, la socialista Ana Redondo –cómplice de sus desmanes por acción u omisión–, sustituyó los eficaces dispositivos fabricados y suministrados por una empresa israelí por otros chinos de AliExpress que costaban diez veces menos y fallaban más que una escopeta de feria. Dicen los mejor pensados que lo hizo movida por el sectarismo ideológico inherente a toda 'progresista' que se precie, léase su antisemitismo. Otros sospechamos que, en semejante diferencia de precio, habría algo que rascar, ya fuera para el bolsillo, ya para alimentar pesebres donde abrevar a la nutrida tropa de amiguetes carentes de oficio o beneficio fuera de la cosa pública. Lo cierto es que, a raíz de esa hábil operación, miles de mujeres amenazadas empezaron a vivir un calvario ante la ineficacia del sistema diseñado para protegerlas, mientras sus maltratadores se beneficiaban de ese defecto para eludir condenas en los tribunales, igual que cientos de agresores sexuales agraciados con la célebre ley del 'solo sí es sí', procedente de la misma factoría. La que hace bandera del pañuelo palestino sin una crítica a los violadores asesinos de Hamás o al trato que en ese mundo se dispensa a mujeres, homosexuales y transexuales.
El ministerio, creado en su día para satisfacer al líder de Podemos y su señora, maneja un presupuesto cercano a los seiscientos millones de euros procedentes de nuestros bolsillos, para nada. La violencia sexual está disparada, la de género no disminuye y el único mecanismo realmente eficaz para combatirla, que es la protección policial, carece de dotación y recursos suficientes para dar amparo real a las víctimas de mayor riesgo, entre cien y doscientas por cada agente dedicado a custodiarlas. Luego se gastan millón y medio de euros en campañas tan 'elegantes' como esa de «por huevos», cuyo único resultado es contribuir a que el 51 por ciento de los chicos entre 16 y 24 años piense que ahora los discriminados son ellos.
Se burlan de nosotras, esa es la verdad. Se ríen, a mandíbula batiente, de las crédulas que siguen comprando su demagogia barata (nunca mejor dicho). Si Clara Campoamor levantara la cabeza, volvería a morirse de asco.
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