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una raya en el agua

El poder y el dinero

Calviño estaba poco cómoda en la política de trincheras y perdía demasiadas batallas internas con la extrema izquierda

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Ignacio Camacho

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Si te gusta la política y te interesa el poder (viene a ser lo mismo), entre la vicepresidencia económica de tu país y la dirección del Banco Europeo de Inversiones te quedarías sin duda con el puesto en el Gobierno. Si te mola la influencia, ... el 'lobby', el dinero, tienes experiencia en Bruselas, estás hasta las narices de que tu jefe te obligue a hacer y decir cosas en las que no crees y encima te pisa el terreno y te gana todos los pulsos una colega que no te llega en conocimientos a la altura de los tacones, entonces te largas al banco (que te cuadruplica el sueldo) a la primera oportunidad que tengas. Al fin y al cabo, para Nadia Calviño la eurocracia fue siempre el primer objetivo de su carrera. Y en el Gabinete de Sánchez su peso político iba menguando en proporción inversa a la velocidad con que el presidente asume los postulados populistas que en teoría debía frenar la competencia técnica de la vicepresidenta. No era cuestión de que le pasara algo parecido a lo de aquel Román Escolano, que dejó un alto cargo comunitario (275.000 euros al año) para entrar en el Ejecutivo de Rajoy y a los tres meses, moción de censura mediante, estaba fuera.

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