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EDITORIAL

Trump, perdido en sus laberintos

Su fortaleza ha ido desgastándose en la constatación de que los problemas siguen ahí y están lejos de solucionarse, si no ha conseguido empeorarlos

Editorial ABC

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Cuanto en la escena mundial apareció Donald Trump enarbolando en su segunda legislatura la paz instantánea en Ucrania y en Oriente Próximo, la formulación de una 'riviera' turística en Gaza, la negociación salvaje de un nuevo orden económico mundial a base de aranceles y ... el recorte brutal en el gasto del Estado, cundió entre los analistas la teoría «del hombre loco». Se trataba de justificar sus acciones en un ardid negociador según el cual uno de los actores exhibía una fuerza brutal y la capacidad de emprender cualquier acción para alcanzar una posición de preeminencia. Todos temían a Trump porque era capaz de cualquier cosa y su histriónico ademán hallaba cobijo en que estaba construyendo una figura capaz de sacudir el tablero geopolítico, económico y doméstico con tal fuerza que todos los problemas a los que se enfrentaba el mundo se podrían solucionar. Esa era su promesa: aplicar un 'shock' que terminaría en dos días con los conflictos y los desafíos económicos de su país.

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