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El segundo asalto al Capitolio

Los republicanos no pueden siquiera pensar en organizar la elección de su candidato presidencial sin haber resuelto el entuerto que supone la presencia y la herencia de Trump

Editorial ABC

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Los sucesivos fracasos hasta por fin haber elegido al nuevo presidente de la Camara de Representantes de Estados Unidos han trazado en Washington un episodio que bien podría calificarse de piratería política. Se podría considerar como una prolongación de aquel violento asalto al Capitolio, del ... que se cumplen ahora dos años. No se han visto, como entonces, los estrambóticos personajes ataviados con cuernos y pieles, pero en ambos casos se trata de ataques a la institución que representa a los ciudadanos. Con violencia en un caso; con desprecio al sentido común en el otro, porque en estos graves momentos, solo los enemigos de la democracia –Vladímir Putin a la cabeza– se pueden alegrar de esta crisis del poder legislativo. Después de todo lo que se vio durante el mandato de un presidente como Donald Trump, no se entiende bien que una minoría, a la que ni siquiera apoya este último, haya actuado con el mayor desprecio hacia la institución para la que han sido elegidos, en nombre de unas ideas que no han servido más que para dividir peligrosamente a la sociedad norteamericana.

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