Desde el río hasta el bar

Pero no. Ha dicho río y ha dicho mar. Desgraciadamente el río es el Jordán y el mar, el Mediterráneo y en esas no quiere Hamás –no sé si Yolanda– que quede ni un solo israelí. Por eso, en cuanto puede, los acuchilla, los tirotea, les lanza bombas, mutila, viola, tortura, corta los tendones de Aquiles para que no escapen, les arranca la cabeza con una azada estando vivos, quema sus casas con ellos dentro, asesina a sus bebés, los degüella mientras lo emite en Facebook para que lo vean sus abuelas, se sienta en su sofá entre los cadáveres, se come su comida, se ve unas series en Netflix en árabe, profana los cuerpos, los arrastra por las calles de Gaza, mantiene secuestradas a 130 personas, desata una guerra entre las cunas de las guarderías y los quirófanos de los hospitales, se esconde en túneles con aire acondicionado mientras caen las bombas y sale a grabar en 4K los cuerpos desmadejados de los niños para emitirlos en directo en Twitch y que nuestra ministra termine gritando 'Desde el río hasta el mar'. Desde el río hasta el mar será una reivindicación romántica y poética de los palestinos desprovista de violencia en la medida en que la cruz gamada sea un lauburu delgadillo.

La izquierda ha trabajado mucho en convertir en romances las mayores de las barbaries. Por ejemplo, esta de Hamás del 7 de octubre cuando Sira Rego alentaba desde su cuenta de X a los invasores y la muerte viajaba en 'pickups' blancas. O los años de ETA en los que los terroristas siempre fueron vistos con una idealización que hizo posible su matanza y hoy a sus líderes se les considera poco menos que héroes de la paz que pelean por otro carril bici y reducir las listas de espera de Osakidetza. La misma izquierda de la memoria histórica por la que la gente debería ofenderse por una placa en una calle en la que pone José María Pemán, idealiza a Hamás y a los 'hijosdeputíes' del Yemen, al Irán de Mahsa Amini muerta en comisaría, a los de Hezbolá y, en general, a todo el que vaya contra nosotros.

Toda esta comprensión contrasta con la dureza con la que se mide a los demás y así a Isabel Díaz Ayuso la llaman asesina pero Sinwar es un tipo fetén. Si, por ejemplo, la vicepresidenta dijo que el presidente argentino atentaba contra la vida, de los terroristas del 7 de octubre no dijo ni Pamplona. Si se hace la cuadratura del círculo, le estamos quitando la embajadora a Milei y poniéndosela a nuestros amigos de Hamás. Ojalá fuera una broma.