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el burladero

La España del caos

El país no funciona y esta colección de inútiles dedica el tiempo a ver como salva su culo

Una pared blanca en Palamós

Todos contra todos

Carlos Herrera

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O nosotros o el caos. Da igual: el caos sois vosotros. Y lo sufrimos nosotros. Cuando un gobierno no se esfuerza en gobernar, bien sea por ignorancia o por inoperancia, los ciudadanos asistimos perplejos al derrumbe de los servicios que debe garantizar el Estado. ¿Hay ... alguien al mando? ¿Algún adulto? La cuarta economía del euro ofrece, en plena época de visitas, una imagen deplorable: desde un apagón inexplicado satisfactoriamente, a repetidos fallos en la Alta Velocidad, pasando por el episodio lamentable de anteayer en Barajas. Del 'black out' de abril solo sabemos que las culpables son las compañías de electricidad, de la inasistencia y abandono de cientos de pasajeros del tren en medio del páramo hemos sabido que la culpable, como no, debe de ser de una operadora privada, del desbarajuste en el control de pasaportes en la T4 aún no sabemos a quien hay que echarle la culpa pero a buen seguro que será de alguno que pasaba por allí. El ministro del dedo largo que dedica su tiempo a tuitear sobre los demás y a hacer gracietas de barra de bar, aún no ha dado una sola explicación sobre la permanente caída de tensión eléctrica en ese agujero negro radicado en La Sagra y que costó a un buen numero de personas quedarse a solas, sin luz ni aire, mas de dieciséis horas, sin que nadie les sacara de allí. En Barajas, que según están los trenes, especialmente los que unen Andalucía y Madrid, parece un vergel o una tierra de salvación, se vivió un colapso histórico en el control de pasaportes que afectó al servicio en las dos terminales. Aún no han sacado a pasear, que yo sepa, el fantasma del sabotaje organizado, que es la única explicación que acostumbran a manejar cuando algún dispositivo esencial se viene abajo, pero ni Aena ni Interior saben elaborar un mensaje medianamente creíble para justificar por qué razón cientos de pasajeros perdieron sus vuelos internacionales y España ofreció una imagen tan lamentable como penosa de sus servicios en plena salida de vacaciones. Tampoco compareció el ministro de Transportes, ocupado como estaba en escribir invectivas contra el líder de la oposición.

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