sin punto y pelota
Pastillitas para la tensión
Hay trabajos con salarios mínimos que sólo te garantizan ya un bajo en una frutería
Si hay censura no hay democracia
España en bruto
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Iniciar sesiónSólo dan espectáculo cansino, para que sus 'hooligans' en las redes saquen cortes y den zascas. Al ciudadano raso solo le aportan su pildorita diaria de indignación con los políticos, un poco antes tomarse la pastilla de la tensión y a los tertulianos y columnistas ... nos dan nuestra dosis de polarización bien servida. Pero a ver quién es el guapo responsable entre los líderes políticos que aboga por que no haya ni una comisión de investigación más ni en el Congreso ni en el Senado. Sería una decisión de coste inasumible si no se toma por unanimidad y se explica en los medios a una ciudadanía adulta: «Miren, para esto están los tribunales y, como tenemos un tiempo limitado, vamos a estudiar a fondo el gasto farmacéutico, qué vamos a hacer con los miles de inmigrantes que llegan de Canarias o cómo hacer que las pensiones sean viables». No va a ocurrir, descuiden. Mientras, aumenta la desafección a la política –así se explica que Alvise Pérez se cuele en las encuestas– y también el número de ciudadanos que en todo Occidente dice vivir mucho mejor sin consumo de actualidad mediática, según una encuesta del instituto Reuters de Oxford.
Si ocurriera y se tomaran en serio su condición de representantes del pueblo, podrían articular medidas para mejorar el acceso a la vivienda en las ciudades españolas donde hay trabajos con salarios mínimos que sólo te garantizan ya un bajo en una frutería reconvertida en hogar diminuto. No hay chabolas pero en Málaga hay aparcamientos de autocaravanas en las que viven divorciados y parejas jovencitas.
Convendría trabajar con unas cuantas certezas no sujetas a ideología: la ley de vivienda actual ha conseguido que se paguen habitaciones en Madrid a 800 euros y que nadie quiera alquilar a colectivos vulnerables, difíciles de echar si no pagan. Exitazo. Otro hecho incuestionable son los plazos de tramitación urbanística –el último en señalarlo ha sido el Banco de España–, y uno más es que las administraciones, con suelo, no construyen vivienda protegida al ritmo necesario. Hacen falta 600.000 casas para cubrir la demanda de familias de divorciados, de solteros, de parejas con ganas de hijos o simplemente de emanciparse. Además de extranjeros que llegan buscando sol de cambio climático o huyendo de regímenes populistas de la izquierda hispanoamericana. Sin visado oro.
Si los del PP quieren saber por qué resiste Vox, que escuche sobre vivienda a un diputado joven, Carlos Hernández Quero, llamando al Gobierno la «izquierda patinete», preocupada por las emisiones de coches y tabaco y pasota con la ansiedad de no poder alquilar, aunque luego hablen sin parar de salud mental.
«Si no les damos vivienda, se volverán contra la democracia», dijo hace unos meses el conservador británico Michael Gove refiriéndose a los más jóvenes. Puede ser. Que empecemos a escuchar que Franco construyó cinco millones de viviendas. Ocurrirá mientras siga siendo idealista que, en el Congreso, estudien los precios de Idealista en vez de darnos la pastillita diaria de tensión en comisiones inútiles.
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