Ni un palo al agua

Igual te legislan sobre el campo o la pesca desde un despacho urbanita, quienes nunca han pisado un monte o se han subido a una pesquero, que te fijan el SMI quienes no tienen ni puñetera idea de cómo gestionar una pyme.

Ni que decir tiene que nadie, objetivamente, puede estar en contra de una subida del salario mínimo. El problema es que esta medida (decretada por Yolanda Díaz, UGT y CC.OO.) acarrea también una infinita subida de impuestos. En España, el 99,8 por ciento de las empresas son pequeñas o medianas. Y más del 60 por ciento del empleo empresarial (¡ojo! que no el empleo público) proviene de pymes. ¿Alguien ha pensado en esos autónomos o en esas microempresas de dos, tres o cuatro empleados, a la hora de subir el SMI? ¿Alguien ha reparado en que esos 1.134 euros no suponen lo mismo en cada sector económico?

Qué fácil es disparar con pólvora del rey, legislar vía decreto (de la mano de tus propios y dependientes sindicatos) y amenazar a quienes pagan impuestos, profesionales que son perseguidos, agobiados y vigilados peor que si fueran delincuentes.

Lo dicho. No han dado un palo al agua y se les llena la boca de un demagógico progresismo y reformismo social, eso sí vestidos de supermarcas o sin bajarse del Falcon o del Superpuma. Y la guinda, el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, dijo durante el anuncio de la subida del SMI: "Los empresarios de este país son unos rácanos". Álvarez empezó a trabajar a los 21 años de edad. A los 22 ya era liberado sindical. Así lleva (liberado o a sueldo del sindicato) los 46 años transcurridos desde 1978 hasta hoy.

PD. La vicepresidenta (con no sé qué ordinal... ya me he perdido) del Gobierno, Yolanda Díaz, necesitaba un autogolpe de efecto para levantar la moral. Y su imagen. La también ministra de Trabajo necesitaba aparentar un golpecito encima de la mesa para demostrar que manda. Que cumple sus amenazas. Y que se sobrepone a la humillación pública propinada por Pablo Iglesias, Ione Belarra y Lilith Verstrynge. De ahí el nuevo SMI. No le demos más vueltas. Lo que sea para intentar tapar la vergüenza de la amnistía, el precipicio del traspaso de la inmigración y extranjería o la próxima remesa de etarras premiados. Y, eso sí, que los de siempre paguen la fiesta.