La Alberca
Puigdemont vale más que Lambán
Sánchez manda al banquillo a sus hermanos discrepantes para hacerle hueco en su once a los antisistema
La pinza de Vox y PSOE contra Sanz
El petardazo del Cabra
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Iniciar sesiónEl autor de la carta de amor colegial y mecánico de la máquina del fango elevó los niveles de intolerancia en la atmósfera, por encima incluso de las gramíneas, cuando erigió el muro contra 'las derechas'. Los cordones sanitarios se le quedaron pequeños a Sánchez ... en su política de trincheras y decidió levantar murallas medievales contra quienes pueden quitarle el gobierno, no exactamente contra las ideas que están en las antípodas de su partido. Eso le permite aliarse con sus antagonistas y castigar a sus propios compañeros, como le puede pasar a Lambán, el último del patíbulo tras Redondo, Leguina, Calvo... El presidente celebró una orgía ideológica cuando exclamó que en las elecciones vascas los partidos que le apoyan habían logrado nueve de cada diez votos: «Hemos ganado nueve a uno». La primera persona del plural le delató. Hemos. Bildu es de los suyos. El PNV es de los suyos. Y por esa regla de tres, los partidos del 'procés' también. Es decir, si el sofisma se lee al contrario, el PSC es parte del 'procés'. El camelo del bloque de progreso ha logrado, según el ábaco sanchista, una victoria por siete a tres en las catalanas tras el fichaje del forajido, lo que quiere decir que Sánchez manda al banquillo a sus hermanos discrepantes para hacerle hueco en el once a los antisistema que le sujetan el sillón.
La retórica sanchista suele cimentarse sobre el más crudo desprecio a la realidad y a los principios. Por eso en el fondo es de agradecer la vulgaridad de algunos «cambios de opinión» del presidente. Porque en lo vulgar no cabe la postverdad. La hemeroteca nos dice, pedestremente, que el PSOE entonó el siguiente cántico: «Bildu es un partido democrático que ha cumplido con las reglas de nuestro país». También nos recuerda que luego, en la campaña vasca, cantó lo contrario: «Bildu no ha llegado a la madurez democrática». El tan ibérico 'donde dije digo, digo Diego' se sublima en los trabalenguas de la Moncloa. Es más difícil decir sin gaguear una cosa y la opuesta que «tres tristes tigres». De hecho, cuesta mucho más escribir sin erratas las mentiras del presidente sobre la amnistía que «cuando cuentes cuentos, cuenta cuántos cuentos cuentas, porque si no cuentas cuántos cuentos cuentas, nunca sabrás cuántos cuentos cuentas tú», clásico galimatías que casualmente se me viene a la cabeza.
Sánchez ha demolido principios ideológicos que llevan décadas escritos en los estatutos de su partido. Ha levantado un muro de fanatismo ante quienes piensan distinto, por sectario, y ante quienes pueden conformar una alternativa a su poder total, por inmoral. Por eso ganó las vascas por nueve a uno y ha ganado las catalanas por siete a tres con Puigdemont como delantero de Play Station, usando el mando a distancia de la España que bosteza, y con los socialistas discrepantes eliminados a la coreana. La victoria es para el 'procés', es decir, para el sanchismo. La pena es que en el otro equipo juegan la Constitución, el Poder Judicial, la España que muere, el PSOE de Lambán y el PSOE que calla.
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