La Buena Onda

Cuando empezó la pandemia y se consideró inadecuadas las ruedas de prensa presenciales en Moncloa la Secretaría de Estado creó un chat de whatsapp de los 60 informadores que habitualmente acuden a las ruedas de Prensa de Moncloa. Poco a poco y sin especificar más criterio que el dar una igualdad de oportunidades a todos, el número de medios acreditados alcanzó los 160. Todavía entonces el secretario de Estado seleccionaba prioritariamente las de los medios de mayor arraigo. Por ejemplo, seleccionaba una pregunta de ABC una de cada tres comparecencias a lo máximo. Cuando el presidente Sánchez empezó a contestar preguntas en su primera aparición con el nuevo modelo el pasado domingo, yo no conocía a la mayoría de los medios que hacían preguntas.

La SEC ha impuesto un sistema de reparto de las preguntas por el cual en cada comparecencia los ministros o el presidente responden a diez preguntas, cinco a los medios habituales, cuatro a los no habituales y una a un medio extranjero. ¿Qué se entendió por medios habituales? Los que hubieran asistido presencialmente a alguna rueda de prensa en Moncloa en enero o febrero. Moncloa los cifró en 65 y consideró a otros 95 como no habituales. Lo que quiere decir que medios como ABC, TVE1, El País, Antena3, COPE, El Mundo o EsRadio, por citar sólo algunos de distinta línea editorial, ahora pueden hacer una pregunta cada trece comparecencias del presidente o de sus ministros. Y te toca el que te toque, al margen del interés que tu medio pueda tener en el asunto. Esta es la perversa realidad mediática a la que nos ha llevado la perfidia de Iván Redondo. Que además ha ideado un sistema de preguntas que es claramente coercitivo. Cuando da paso a quien va a hacer la pregunta, ya anuncia quién va detrás de él. Oficialmente es para que esté preparado y dar agilidad a la comparecencia. La realidad es impedir que el que hace la pregunta pueda repreguntar cuando el presidente o sus ministros terminen de responder lo que les da la gana y que no tiene nada que ver con el interrogante que les han hecho. Ésta es la perfecta libertad de expresión. No se equivoquen. Aquí no protesto de qué hay de lo mío. Aquí advierto de cómo se está limitando muy gravemente el contrapoder de los medios de comunicación.

Sumemos a esto otro hecho muy relevante. Entre el casi centenar de medios restantes -no habituales- a los que se ha invitado a participar existen medios absolutamente sectoriales que quizá tuviera sentido que pregunten al ministro de su ramo -sanidad, transportes…- pero no que ocupen lugares principales. Sin querer faltar al respeto personal o profesional a nadie, permítanme poner un ejemplo. El pasado martes comparecieron los ministros de Interior y Exteriores. Cuando se dio la palabra a los medios, uno de los que intervino se llamaba «La Buena onda». Una vez más, yo no lo conocía de nada. Me molesté en averiguar y ha resultado ser una emisora de radio local de una localidad llamada Aldea en Cabo. Éste es un pueblo toledano que tiene la ingente cantidad de 169 habitantes. No 169.000, no. 169 según el censo del año pasado -puede que con el coronavirus alguno menos-. «La buena Onda» y la «BBC». Lo mismo.