Ponderando lo imponderable
La campaña electoral va a ser de todos contra todos
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Iniciar sesiónQue retrocedemos lo demuestra que hemos sido incapaces de renovar el Pacto de Toledo, una de las vigas maestras de la Transición, al garantizar la paz social mientras convertíamos un régimen autoritario en democracia. Cuarenta años después, no lo hemos logrado. Y lo más grave ... es que ha sido un partido de izquierdas, Podemos, el obstáculo. ¿Qué impidió a Iglesias repetir lo que hizo Carrillo entonces? Muy posiblemente, tácticas electorales. Ha visto como su formación se desploma en las encuestas, que el apoyo que ha prestado al PSOE no le ha servido de nada, y trata de reforzar su perfil frente a él, presentándose como el único defensor de los trabajadores. Que le salga bien es dudoso, pues la gente está cansada de trifulcas, aunque las buscan todos. El «consenso», base de la Transición, queda tan lejos que muchos jóvenes no han oído hablar de él. Lo que prevalece es el choque, la denuncia, el vituperio.
La campaña electoral, ya en marcha, va a ser a cara de perro, de todos contra todos, sin faltar la pugna dentro de cada partido y bloque, donde los supuestos aliados se miran por el rabillo del ojo como rivales. Lo inició Sánchez al anunciar las elecciones y los otros le han seguido, despellejándole. Él se queja, habiendo llamado «no honesto» a Rajoy, cuando, para deshonestidad, la suya, intentando pasar, en tiempo de descuento, decretos-ley, como la reforma del mercado laboral, que creó tres millones de empleos y relanzó la economía. Sólo como munición electoral. Hace falta ser cortoplacista, voraz y sectario. Aunque la palma se la llevan los independentistas catalanes juzgados por el Tribunal Supremo, que están creando una nueva doctrina jurídica, la del «mandato ciudadano sobre la ley y las órdenes judiciales». El primer paso consiste en incluir en el programa electoral la independencia a través de un referéndum pactado con el Gobierno central. Luego, convocar elecciones y ganarlas, celebrar el referéndum aunque el Tribunal Constitucional lo haya prohibido y, tras «ponderar» las opciones, dar preferencia, al «mandato ciudadano sobre las órdenes judiciales». Que tal mandato viniera de un referéndum declarado ilegal queda subordinado para ellos a «los principios democráticos». No contentos con ello, consideran ilegal su detención, procesamiento y posible condena, al tiempo que ninguno sabe cómo se pagaron las papeletas, cajas y demás gastos de la entera operación. Niegan también que hubiera violencia, «excepto la que usaron las Fuerzas de Seguridad españolas contra pacíficos ciudadanos catalanes». Sin explicar cómo se destrozaron coches de la Guardia Civil, entre ellos el que utilizaron los dos Jordis como púlpito. Como postre, todos vienen a decir que la declaración de independencia fue sólo un amago, una finta, para obligar al Gobierno español a pactar.
La casualidad lo hizo coincidir con la entrega del premio Paz y Libertad de la Asociación Mundial de Juristas al Rey, que pudo advertir: «Sin respeto a la ley, no existe democracia ni libertad». Nunca tan oportuno. Dejo para otra ocasión el libro de Sánchez. No conviene mezclar asuntos serios con chascarrillos.
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