Tiempo recobrado

El magnetismo de Hitler

Cómo la nación más culta del mundo pudo dejarse seducir

Geli Raubal falleció el 18 de septiembre de 1931 en Múnich. Era la hija de una hermanastra de Hitler, en cuya casa de la Prinzregentenplatz fue hallada muerta. La investigación concluyó que se había suicidado de un disparo, pero su defunción sigue siendo todavía un ... misterio. Tenía 23 años y era una persona vital y de un optimismo contagioso.

Fabiano Massimi ha escrito «El ángel de Múnich», una novela sobre el triste final de Geli Raubal en la que sostiene que Hitler abusaba sexualmente de su sobrina. Es sabido, y esto no es ficción, que el líder nacionalsocialista vigilaba las amistades de Geli y controlaba sus movimientos con los celos de un amante.

La narración de Massimi presenta a Hitler como un monstruo de doble personalidad, capaz de mostrar una fachada de respetabilidad que ocultaba una ferocidad y una crueldad dignas de un depredador sexual que llegaba a la destrucción física de las mujeres que caían bajo sus garras.

En cualquier caso, siempre me ha llamado la atención ese magnetismo de Hitler que sedujo a millones de alemanes, su capacidad de manipular a las masas y su liderazgo de tintes mesiánicos que coexistía con un odio y un fanatismo que le llevaron a crear un régimen criminal que exterminó a seis millones de judíos y desencadenó una guerra que aniquiló Europa.

A diferencia de Stalin, Hitler no era temido por sus simpatizantes y colaboradores, que le seguían con fascinación. Es revelador el testimonio de su secretaria Traudl Junge, que, décadas después de su muerte, reconocía que sentía amor por su figura paterna y su trato gentil a pesar de los crímenes que había cometido.

Hitler ordenó el asesinato de muchos opositores cuando llegó al poder en 1933, creó campos de concentración, cerró los periódicos de la oposición y sembró el terror en la calle con las SA. Pero eso no le granjeó el rechazo de millones de alemanes que le adoraban. Sus éxitos hasta la conquista de Francia en 1940 elevaron sus cotas de popularidad hasta límites increíbles.

La gran pregunta que suscita su imparable ascenso es cómo la patria de Bach, Goethe y Thomas Mann, la nación más culta del mundo, pudo dejarse seducir por un líder que representaba la barbarie y que despreciaba los valores de la Ilustración y el humanismo.

En este sentido, no es extraño que Geli Raubal sintiera una fascinación por su tío, mezclada de repulsión. Su suicidio, si lo fue, fue una manera de librarse de una presencia opresiva que se fue convirtiendo en una pesadilla pese a que ella era una entusiasta nacionalsocialista que siempre llevaba una cadena de oro con la esvástica.

Por las razones que fuesen, los alemanes votaron el ascenso al poder de Hitler y secundaron su ideología criminal, se dejaron arrastrar por su magnetismo personal y abrazaron una causa que pregonaba la eliminación del adversario. Geli Raubal optó por el suicidio, pero Alemania eligió un camino que le condujo al desastre y la ruina moral.

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