Estado fallido, inversores a la fuga

Esta misma semana, el FMI se ha mostrado muy conciso y contundente al empeorar más las previsiones de las cifras macro de nuestro país -el peor de entre todos los países desarrollados-, en paralelo con las advertencias de prensa e inversores de todos los rincones del mundo. La impresión es la misma: «La política venenosa de España afecta a la pandemia y a la economía» -titular del semanario «The Economist», uno de los más influyentes entre los inversores initernacionales-. Unos y otros ponen en solfa que el Gobierno social-comunista capitaneado por Sánchez sea capaz de gestionar los fondos que lleguen de Europa. Un dinero que no ha sido desembolsado aún -y veremos- y ya casi que se ha gastado. En total son 140.000 millones en ayudas europeas que puesto negro sobre blanco una vez más no daría ni para tapar el déficit español previsto por el FMI para este año. Un dinero hipotecado por las tropelías de un Ejecutivo que funciona a golpe de decreto. Muy democrático todo.

Se habla de un «Estado fallido» cuando ninguno de los tres poderes de un Estado constitucional democrático sigue cumpliendo lo que la Constitución y el pueblo esperan de ellos. Hoy, España aún no es un Estado fallido, pero no está lejos de serlo. Desde luego Sánchez y sus socios separatistas, nacionalistas, republicanos, anticonstitucionalistas... están haciendo méritos al máximo. Razón suficiente para que Europa finalmente despierte. El dinero tiene hoy más que miedo, pavor. Motivo suficiente para que todo se vaya al garete.

Esto no va de quemar las redes con protestas. Esto es más serio, esto va de actuemos de una vez por todas, apelemos a la igualdad de opiniones y pidamos a Europa que actúe. ¿No quedamos en que Europa es otra cosa? El peligro es inminente. Sánchez va madurando, con paso firme, y no viene de «madurez» precisamente. Pues eso.