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Vidas ejemplares

¿Cree que es un asesino?: «Sí»

Reconforta que Estados Unidos vuelva a intentar representar al mundo libre

Luis Ventoso

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Uno de los primeros síntomas de la deriva de un país hacia el autoritarismo es el culto a la personalidad (y en España ya hay quien se denomina a sí mismo ‘Mi Persona’ y fomenta que le masajeen su ego en televisión). A veces la ... lisonja a los sátrapas es tan zafia que vista desde lejos da risa. Rossiya 1 es un canal estatal ruso de propaganda oficialista. Uno de sus espacios se llama ‘Moscú. Kremlin. El programa de Putin’. El título no engaña: es un panegírico del providencial mandatario de 68 años que gobierna Rusia desde el año 2000 (y que tras una reforma constitucional a su medida podrá seguir ahí hasta 2036). Hasta hace poco, lo habitual para dar fe de la viril fortaleza del líder era que el régimen nos lo mostrase cabalgando con su torso tarzanesco al aire, o sumergiéndose sin pestañear en pozas árticas. Pero la edad no perdona a nadie, así que ahora las proezas han cobrado un corte más doméstico. En la última emisión del programa-botafumeiro se mostró un vídeo en el que Putin está sentado en su despacho cuando un boli de la mesa se escurre rumbo al suelo. Pero hete aquí que el líder alarga la mano y logra evitar que caiga. El comentario del extasiado locutor ante ese alarde supera incluso los guiones más entusiastas de Iván Redondo: «Su reacción ha sido maravillosa. Claramente el presidente está en un gran estado de forma. Sus destrezas en artes marciales no le fallan». No sabemos si el líder opositor Navalni ha tenido ocasión de ver el vídeo desde su residencia actual, el correccional IK-2, que él define como un ‘campo de concentración’ y donde los guardias que le han rapado la cabeza lo despiertan por las noches cada hora. Tampoco podrán ver la hazaña del boli los disidentes que en los últimos años tenían la curiosa costumbre de morirse envenenados por polonio, o los periodistas asesinatos a tiros, como Anna Politkovskaya.

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