Escrito en el aire
Filomena y la sorpresa
El 21 del XXI ha conseguido heredar sin matices la pandemia del Covid, alumbrar el rodeo de los indignados sudistas y colapsar el centro de España con una nevada que nos deja quietos y tiesos
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Iniciar sesiónCorre por los grupos de wasap y demás redes de la confusión que solo nos falta la visita de un OVNI. Una invasión alienígena de tipos adornados con cuernos y pieles de búfalos supremacistas, como los que asaltaron el Capitolio de Washington gracias a que ... la Policía de allí no es como la de aquí conteniendo asaltos a los parlamentos. No es novedad que los populistas, de ambos extremos, sueñen con una cadena de derrocamientos de las democracias liberales. Por eso se parecen tanto, incluso con ropa de camuflaje.
En once días, el 21 del XXI ha conseguido heredar sin matices la pandemia del Covid, alumbrar el rodeo de los indignados sudistas y colapsar el centro de España con una nevada que nos deja quietos y tiesos. Durante la última Nochevieja se deseaba a familiares, amigos, compañeros y especialmente a los allegados un año nuevo solo un poquito mejor que el viejo 2020. Una pizca de nada para cambiar la hoja del calendario. No ha habido suerte y las uvas se han atragantado.
La nieve solo es bonita durante un rato. Treinta horas de copos en un país de secano deja a Madrid como zona catastrófica. Justo al revés les ocurre del Rin para arriba con cada ola de calor; no salen de casa. Los servicios de emergencias responden como pueden y los vecinos comparten la pala.
Aunque la previsión del tiempo cada vez es más precisa, no se le puede reprochar nada a nadie sin caer en la demagogia y la baratija. Otra cosa es que el ministro con más quitanieves, José Luis Ábalos, diga que el Gobierno «estaba sorprendido por la magnitud de la tormenta». A la hora de esa frase, para esculpir en el mármol, había cien carreteras de la red principal y medio millar de la secundaria atascadas por Filomena. Ni se debe presumir de gestión ni tampoco de ignorancia.
Nos esperan días de hielo y frío con el presidente Sánchez al teléfono en un todoterreno. No hay nada como contemplar cómo se congela enero y, tras el cristal, los blancos jardines de La Moncloa, al comienzo de este año de nieves.
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