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Una raya en el agua

El general invierno

La previsión de la borrasca fue exacta. Ni la temeridad individual ni la descoordinación gubernativa tienen coartada

Ignacio Camacho

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Pocas veces ha existido en la reciente meteorología española, que acusa el defecto de una cierta tendencia «acojonativa», una previsión tan exacta como la que ha advertido de la tormenta polar Filomena con precisión de temperatura, intensidad, tránsito geográfico y banda horaria. Cualquier ciudadano con ... televisión, radio, ordenador o teléfono móvil ha podido seguir la evolución del temporal, con anticipación suficiente, en cualquier punto de España. Estábamos avisados, pues, tanto la población como las autoridades, y esta vez no cabe coartada ni para la imprudencia o temeridad de ciertos individuos ni para la improvisación y descoordinación de los que mandan. Se puede argüir, como explicó ayer aquí Luis Ventoso, que ante inclemencias de esta magnitud ningún dispositivo de protección basta; ya Napoleón señaló al General Invierno como responsable de su derrota rusa, y razón no le faltaba. Pero la excusa oficial de que era imposible adivinar el alcance de la borrasca resulta pura y sencillamente falsa. Hasta los centímetros de nieve fueron pronosticados con puntería casi matemática.

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