Cambio de guardia
Matar en Kazajistán
Putin está dispuesto a hacer uso de una fuerza militar frente a la cual los europeos no llegan ni a soldaditos de plomo
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Iniciar sesiónMatar es fácil. Para un Estado. No tiene más que revestir a su víctima con la máscara de enemigo del pueblo. Sale gratis entonces: apenas un avatar incómodo.
La historia del siglo XX fue la historia de ese avatar y de sus formas de ejercicio. ... Las que los dos grandes totalitarismos, alemán y ruso, desplegaron en su día. O la que ejerció Japón sobre Asia en el mismo período. O la que Mao-Tsé-Tung teorizaría con el sosiego de quien recuperaba la fórmula de un clásico de la dinastía Han: «Aunque la muerte llega a todos, puede tener más peso que la montaña Taishan o menos que una pluma. Morir por los intereses del pueblo tiene más peso que la montaña Taishan; servir a los fascistas y morir por los que explotan y oprimen al pueblo tiene menos peso que una pluma». Lo aplicó.
Lo que acaba de suceder -y lo que va a seguir sucediendo- en Kazajistán mueve, de entrada, al estupor. Reducir una oleada de manifestaciones callejeras, como lo ha hecho el presidente Tokaev, dando orden al Ejército de disparar a matar sin previo aviso, encierra una desmesura poco común aun en los regímenes más bárbaros. Llamar al Ejército ruso, con el explícito apoyo de China, para ejecutar esa tarea policial es algo que no puede ser explicado en términos sencillamente operativos. Los 164 muertos y los miles de heridos hubieran podido, con la misma facilidad, ser ejecutados por el Ejercito de Kazajistán sin más auxilio. Porque Kazajistán, el noveno país en dimensión del mundo, no es precisamente una nación desarmada.
La intervención rusa apunta a esos 164 muertos como una muestra ejemplar. No de cara a los kazajos, que bien saben con qué régimen dictatorial se la juegan, desde que, tras el fin de la URSS, Nazarbayev tomó las riendas de un poder férreo que Tokaev ha heredado y prolongado. De cara, sí, a una Europa a la cual se hace llegar un mensaje nada equívoco: Putin está dispuesto a hacer uso de una fuerza militar frente a la cual los europeos no llegan ni a soldaditos de plomo. Cualquier inconveniencia -por tenue que sea- cargará con costes insostenibles. Que la UE ha entendido el mensaje bien lo indica el silencio con el cual ha recibido las matanzas kazajas. Como ya recibió las violaciones fronterizas bielorrusas. Como recibirá la plena absorción de Ucrania, cuando Moscú juzgue llegado el momento propicio.
Sin ejército y, lo que es peor aún, sin fuentes de energía propias, Europa asiste impotente a la consolidación de un eje ruso-chino articulado en torno al gaseoducto ‘Power of Siberia’, cuya primera fase entró en pleno funcionamiento en diciembre de 2019. Ese ‘pipe-line’, que consagra la hegemonía energética en el continente euroasiático, entra de Rusia a China por el vértice de la cuádruple frontera con Kazajistán y Mongolia. Matar es fácil, cuando está en juego la energía. «Menos peso que una pluma».
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