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Mayte Alcaraz

Clemente y Villar

El rubio de Baracaldo ha vuelto. No para pedir perdón por no amar los colores de España, no. Para defender al honrado Villar

Mayte Alcaraz

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Cuando Javier Clemente entrenaba a la selección española siempre me resultó desconcertante. Cobraba un pastizal por dirigir al combinado de España (de 1992 a 1998) y parecía que lo hacía con la nariz tapada, como si el resto de españoles tuviéramos que agradecerle que ... olvidara su corazón nacionalista para hacer el soberano esfuerzo de gestionar el equipo de una nación a la que él, con su clarividente cabeza política, ya adivinaba entonces dividida en catorce países. Al correr de los años nos contó que cuando escuchaba el himno nacional, como vizcaíno de pura cepa que era con sangre del PNV en sus venas, la emoción solo le asaltaba porque representaba, no a España y a sus colores, sino al resto de entrenadores. Nunca aclaró si a los de su colegio de Nuestra Señora de La Salle, a los de su tierra natal de Baracaldo, o a los de Europa en general, que en su imaginario ya estaría integrada por esas catorce naciones desmigadas de España.

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