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Catch-22 en la Unión Europea

En Catch 22, la famosa novela de Joseph Heller, los pilotos de guerra que querían dejar de volar misiones muy peligrosas y se planteaban aducir locura sabían que recibirían una contestación negativa de la burocracia, porque con su petición demostraban lucidez y especial capacidad para ... seguir volando. La Unión Europea puede atravesar una situación parecida si con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa intenta relanzar la integración, repara en los serios dilemas políticos que tiene ante sí y no llega a afrontarlos. Es normal que a corto plazo la agenda de la Unión Europea consista una vez más en la negociación de puestos y no en los proyectos y debates que pueden reforzar este proceso histórico. En los próximos meses, por cierto, me temo que notaremos el contraste entre una abundancia de nuevos órganos unipersonales y una falta de líderes europeos con peso en las instituciones de Bruselas y en las capitales nacionales. Pero una vez termine este enésimo reparto de poder, es preciso crear una corriente que contribuya a fortalecer la integración, bajo la amenaza de anquilosarse a pesar de su enorme éxito en conjunto. No es fácil reactivar el proyecto de unidad europea, pero no hay alternativa valiosa posible.

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