El enigma de la muerte: mañana nos vemos
«Cuando morimos no dejamos de existir por cuanto traspasamos a la imaginación de los vivos; solo que no se trata de una imaginación ficticia o fantasiosa, sino real, verdadera»
Son días de enfermedad y muertes. Quiero hablar aquí de una magnífica película sobre la muerte de un directivo bancario catalán, Jordi Berraondo , asesinado vilmente hace justo ahora 19 años en un horrendo y deleznable crimen sin resolver: el largometraje Ens veiem ... demà (Mañana nos vemos), escrita y dirigida por un reconocido guionista de televisión, Xavier, el hermano del asesinado.
La película –protagonizada por un elenco de actores de renombre– es una profunda y original reflexión sobre lo que nos ocurre tras la muerte. Cuando morimos no dejamos de existir por cuanto traspasamos a la imaginación de los vivos ; solo que no se trata de una imaginación ficticia o fantasiosa, sino real, verdadera. Pasamos a estar en un mundo denominado mundus imaginalis , susceptible de percepción visionaria, tal como explica bellamente en su obra el gran platónico persa, Sohravardí, ampliamente divulgado en Occidente por el genial Henry Corbin .
La pregunta por la muerte sólo se puede intentar responder mediante esa facultad: la imaginación creadora. Es un órgano interior y visionario que subsume imágenes que se elevan a formas invisibles pero existentes y perfectamente perceptibles por las personas –en este caso, el hermano del fallecido– que son capaces de activar (Jung) esa creadora facultad. Por ello no se denomina creativa, sino creadora, verdadera: imaginatio vera .
Platón expuso de un modo muy convincente que nuestro paso desde la vida intrauterina a esta vida demuestra que es posible morir en un plano y aparecer en otro. Por tanto, todo lo intrauterino es clave para entender lo que nos ocurre tras la muerte. Hay que indagar sobre la vida matricial debido a que, como saben grandes filósofos como Platón, Sloterdijk o Eugenio Trías , en ese periodo de gestación se hallan muchas pistas concernientes a la incógnita postrera.
Y bien, la ciencia ha descubierto que el órgano más fuerte que tenemos en el momento de nacer y de morir es la capacidad auditiva. El feto conoce el mundo por los sonidos; y el oído es el último órgano que se apaga en el moribundo. Cuna y sepultura se conectan en ese mundo inmaterial, pero real, que Eugenio Trías atribuye a la curvatura del hiperespacio (o espacio-luz) de nuestra existencia: «si el grano no se entierra y pudre, si no muere, no puede llegar a fructificar en el nuevo Árbol de la Vida . Éste es el lugar del límite: principio y fin, alfa y omega, logran definitivamente rimar. La disonancia mortal que impedía la conjugación unificadora del umbral con el finis terrae consigue ser resuelta. Los hombres se reconocen mortales porque no aciertan a saber rimar el comienzo con el fin, o la conclusión con la premisa. Antes, después, o en torno a la agonía, lucha final, puede producirse clarividencia: un sueño diurno azuzado por el desgarro de la separación y el sufrimiento» que tantas personas están padeciendo estos días.
De ahí que la música sea una escalera para nuestro ascenso a ese mundo intermedio de figuras reales pero inmateriales. No en vano, la banda sonora de la película contiene dos piezas sublimes de música clásica: el Erbarme dich de Bach y el Mille Regretz de Josquin des Prez . Y es que ningún otro tipo de música tiene tanta variedad de estructuras como la clásica y puede, por tanto, activar tantas sinapsis de nuestra imaginación creadora. Disfruten de la película –subida en abierto por su autor– en Youtube como homenaje a su hermano, y también a todos los que se hallen en ese trance estos días.
Arash Arjomandi es filósofo y consultor en INSPIRALIA.org
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