En clave de tron
El Gobierno (de Podemos) sigue igual
Iván Redondo no se ha tirado por un barranco... digamos que lo han arrojado después de mil y un ridículos
Su Sanchidad, Pedro Sánchez, ha remodelado de manera importante el Gobierno (socialista) porque el otro Gobierno (de Podemos) se mantiene tal cual. Castells, Ione Belarra, Irene Montero, Yolanda Díaz y Garzón (¡Virgen Santísima!) siguen en el puestazo. Te lo juro.
Hay tantas lecturas como nombres ... propios salen, entran, cambian o se mantienen. Así que casi tipo test:
Me parecen buenas noticias que Nadia Calviño, con la que se avecina en Europa, sea vicepresidenta primera o que Margarita Robles siga en Defensa. Como que salen Carmen Calvo, Ábalos, González Laya, Celaá y Campo. Eso sí, después de haber dejado una herencia imposible entre la ley de Educación, los indultos y una crisis total con Marruecos.
Por cierto: el nuevo ministro de Exteriores, José Manuel Albares, es el de la foto aquella de Sánchez en el ‘falcon’. ¿Te acuerdas? (Una de las fotos más horteras que se recuerdan).
Iván Redondo cae por el barranco, pero no porque se haya tirado, sino porque le han arrojado a ese precipicio tras un serial de ridículos inenarrable. El último, con Joe Biden. Y llega como jefe de Gabinete Óscar López, brazo derecho de Pepe Blanco y colega de Sánchez desde hace ‘muuuchos’ años en aquel PSOE de Zapatero.
Más claves: las alcaldesas de Gavá, Gandía y Puertollano entran en el Gobierno (por sus obras las conoceréis) y Ábalos vuelve a Ferraz. Todo sea por las próximas elecciones municipales y autonómicas. Yo que García-Page, estaría mirando por el retrovisor.
Y cosillas varias: Miquel Iceta se va a Cultura y Deportes (¡Ya me contarás! ¡Qué papelón!) y María Jesús Montero deja de ser portavoz del Gobierno (¡Cuánto la voy a echar de menos los martes!).
PD: El Gobierno sigue siendo inmenso, gigante y un ejemplo de malgasto. De hecho, la superestructura de fontaneros, escribanos, asesores y pelotas sigue igual.
Eso sí, hay cosas que no cambian: Sánchez nos vendió su chapa sin admitir preguntas y, por supuesto, en mitad del telediario.