El pederasta de Ciudad Lineal no fue captado por las cámaras ni dejó ADN

Fuentes de la investigación destacaron que, frente a lo que se esperaba de este individuo, su último ataque ha sido menos cruel, quizá porque se vio sorprendido por alguien o porque simplemente no podía trasladar a la pequeña dominicana de Canillas a ningún piso de seguridad. En el coche, en plena calle y por la tarde, con mucha luz aún, se exponía demasiado.

Por ello, apenas retuvo a la chiquilla durante unos 40 minutos, el lapso de tiempo que va entre las seis y media de la tarde del viernes pasado (cuando la raptó en un parque de la calle de Torquemada con la carretera de Canillas) y las siete y diez de la tarde, cuando la menor quedó libre. Un joven que paseaba a su perro por el descampado de la calle de Mequinenza, en Canillejas, fue quien avisó a la Policía y al Samur, en torno a las ocho menos diez de la tarde.

La cría estaba asustada y con frío, y sólo acertaba a decir: «Un hombre me ha hecho cosas feas». La exploración posterior a la que fue sometida en el Hospital de La Paz, como marca el protocolo de agresiones sexuales, certificó que no presentaba lesiones. Una situación muy diferente a la de la niña china, que pasó tres semanas hospitalizada por las secuelas físicas que le dejó el delincuente.

De ahí que la niña dominicana estuviera lo suficientemente en condiciones a la mañana siguiente para acompañar a los agentes del Servicio de Atención a la Familia (SAF) de la Brigada Provincial de Policía Judicial a la zona donde fue retenida, entre la calle de Luis Aragonés y la rotonda de Carlos Llamas, junto al descampado de La Peineta . Hicieron con la menor una reconstrucción de los hechos.

La noche anterior ya se realizó una exhaustiva inspección ocular, con equipos de la Policía Científica. La zona es un campo de excrementos, basura y todo tipo de inmundicia, por lo que discriminar restos orgánicos que puedan pertenecer al agresor era toda una «aventura».

Fuentes de la investigación indicaron a ABC que el sujeto no dejó rastros de ADN. Tampoco fue captado por las cámaras de videovigilancia. La hipótesis más sólida que maneja la Policía es que, una vez interceptada a la menor en el parque en que jugaba acompañada de su abuelo, el raptor condujera por la calle de Arequipa, hasta enganchar con el enlace con la M-40. Una vez ahí condujo hasta la salida hacia la avenida de Arcentales, y llegó a la zona de La Peineta. Son 8,7 kilómetros de distancia que se cubren en apenas diez minutos, como mucho.

Pues bien, tampoco hay grabaciones de ello; bien por la inexistencia de cámaras en la zona habitada, bien porque las que hay sólo «fotografían» aquellos vehículos que cometen una infracción, como un exceso de velocidad importante.

Tanta meticulosidad y los trayectos que realiza el sospechoso, por sólo mencionar algunos detalles, llevan a pensar a los investigadores que reside en la zona que a fecha de hoy es la más vigilada de Madrid, la que comprenden los distritos de Ciudad Lineal, Hortaleza y San Blas-Canillejas.

También se sospecha que el individuo ha utilizado el mismo coche en todos los casos; al menos, la descripción de las dos víctimas más fiables (la dominicana del viernes y la española raptada en abril) apuntan en esa dirección.