Trump sufre para incorporar la unidad a su mensaje de siempre: «La clase media prosperará como nunca»
El expresidente de Estados Unidos se presentó en el cierre de la convención republicana convertido en una mezcla de líder político, héroe y santo patrón de su partido
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Javier Ansorena
Enviado especial a Milwaukee (Wisconsin)
«Estoy aquí para ser el presidente de todo EE.UU., no de la mitad de EE.UU. Porque no hay victoria cuando se gana solo para la mitad de EE.UU.». Este es el mensaje de unidad con el que Donald Trump ... se presentó en el cierre de la convención republicana, en el que aceptó la nominación a la presidencia convertido en una mezcla de líder político, héroe y santo patrón de su partido.
Es el mismo mensaje que se ha impuesto en el cónclave político toda esta semana, diseñado a la perfección por la campaña de Trump para ir más allá de las bases más leales al expresidente y llegar hasta los votantes moderados republicanos y los independientes. Saben que sin ellos la victoria en las elecciones de noviembre es imposible y, discurso tras discurso, durante cuatro jornadas, se repitieron los llamamientos a la unidad y se arrinconaron las propuestas más extremistas —por ejemplo, en aborto— y la retórica más frentista.
Trump cumplió a medias con ese objetivo. «La discordia y la división en nuestra sociedad deben sanarse», dijo en unos de esos pasajes unificadores, algunos con sabor a los discursos con ese tono de su antecesor en la presidencia de EE.UU., Barack Obama. «Como estadounidenses, estamos unidos por la misma suerte y por un destino compartido. Ascendemos juntos o caemos juntos».
Trump busca crear una dinastía política con sus hijos y J. D. Vance
Javier Ansorena | Enviado especial a Milwaukee (Wisconsin)«Mientras dediquemos nuestras energías a pelearnos entre nosotros, nuestro destino quedará fuera de alcance y eso no es aceptable»; dijo en otro momento. «Al contrario, debemos utilizar esa energía para alcanzar el verdadero potencial de nuestro país, escribir nuestro propio episodio apasionante de la historia estadounidense».
Pero la disciplina se le acabó a Trump mediado el discurso. Las pequeñas salidas del guion se convirtieron en meandros interminables, que contribuyeron a un discurso tedioso, de más de hora y media, el más largo que se recuerda en la aceptación de una nominación a la presidencia de cualquiera de los dos grandes partidos.
El problema para su campaña no es solo que muchos televidentes pudieran apagar la pantalla o que se fueran antes de tiempo algunos de los seguidores que llenaban el pabellón de Milwaukee (Wisconsin) que acogió la convención. Esas digresiones y meditaciones improvisadas, fuera de guion, devolvieron una versión más dura de su mensaje. Habló de 'Nancy la loca', en referencia a Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes; repitió en muchas ocasiones la palabra «invasión», en referencia a la entrada masiva de inmigrantes indocumentados, y dijo que «está matando a cientos de miles de personas cada año»; hizo una referencia a Hannibal Lecter para referirse a los inmigrantes que llegan desde centro psiquiátricos: o presumió de llevarse muy bien con Kim Jong Un, el dictador de Corea del Norte.
Pese a ello, Trump se abstuvo de llevar sus ataques a nuevos territorios, como hizo a principios de este año, cuando se jugaban las primarias y buscaba movilizar a sus bases, cuando hizo referencias a los inmigrantes como «alimañas» y les acusó de «envenenar la sangre de nuestro país».
Su discurso, el colofón de una convención republicana triunfal, empujada por la crisis que vive la campaña de su rival, vino calentado por las intervenciones de personalidades centrales del 'trumpismo': Tucker Carlson, el periodista conservador más influyente de EE.UU; Eric Trump, uno de los dos hijos varones del presidente; o Hulk Hogan, el veterano de la lucha libre, que se rompió su camiseta en el escenario para mostrar otra roja con el logo de la campaña de Trump.
También apareció, por fin, Melania Trump. La ex primera dama ha estado casi desaparecida de la luz pública desde que ambos abandonaron la Casa Blanca en enero de 2021. Había dudas sobre si la esposa del candidato estaría aquí en Milwaukee, sobre si volvería a brindar su apoyo a su marido, el mismo año en el que varios de sus escándalos sexuales —una demanda civil pérdida en un caso de violación de hace varias décadas, el 'affaire' con una actriz porno que desencadenó una declaración de culpabilidad en un juicio en Nueva York a comienzos de junio— han vuelto a copar los titulares. Melania tomó el camino del medio. No dio un discurso de apoyo —como sí hizo en las anteriores dos convenciones que han nominado a Trump como candidato—, pero sí apareció en el palco presidencial y al final del discurso saludó a su marido en el escenario.
Para entonces, Trump ya había recibido una ovación atronadora en el estadio, que le puso al borde de la emoción y que retrata el momento que vive Trump en su partido: dominio absoluto.
Trump había llegado a Milwaukee después de haber ganado con suficiencia las primarias republicanas y con perspectivas muy optimistas sobre una victoria en las elecciones de noviembre tras el desastroso desempeño de su rival, Joe Biden, en el debate entre candidatos de finales del mes pasado.
Pero el atentado que Trump sobrevivió el sábado pasado en un mitin en Pensilvania ha reforzado todavía más el apoyo alrededor del candidato, que es consciente de que le puede servir de puente hacia electorados que antes no estaban con él. El expresidente relató todo el episodio —«no me volveréis a escuchar contarlo», aseguró—, lo que ocupó buena parte de un discurso largo, de más de hora y media, en el que Trump se entretuvo en digresiones y en improvisaciones. «Salí a salvo porque tenía a Dios de mi lado»; «hoy no debería estar aquí», dijo. Coreó con los miles de delegados el grito de 'luchad, luchad, luchad' que pronunció en el escenario de Pensilvania nada más levantarse del suelo, con la cara ensangrentada y el puño en alto. Abrazó y besó el casco de bombero del seguidor que murió en el intento de asesinato y mostró un cheque de un millón de dólares para su familia.
El discurso de Trump fue la pieza central de la estrategia diseñada por su campaña para la convención: mostrar unidad total alrededor de su figura y ofrecer una versión más digerible del movimiento MAGA ('Make America Great Again', 'Hacer a EE.UU. grande de nuevo') para seducir a moderados e independientes y apuntalar sus opciones de victoria.
Han sido cuatro jornadas orquestadas a la perfección para neutralizar cualquier disenso con Trump y para meter debajo de la alfombra los asuntos más extremistas para no asustar a los electorados más allá de las bases 'trumpistas'. Lo mantuvo en gran medida en su propio discurso, en el que se centró en la economía, la inmigración masiva de indocumentados y la debilidad actual de EE.UU. en el exterior.
«No permitiremos a otros países que se lleven nuestros puestos de trabajo y que saqueen nuestra economía», prometió en una reedición de su mensaje de 'América primero', el que le llevó al poder en 2016. «Todos los hombres y mujeres que han sido abandonados, ya no estaréis olvidados. Ganaremos, ganaremos y ganaremos. Juntos salvaremos este país, restauraremos esta república y nos encaminaremos a un mañana rico y maravilloso», añadió. En la víspera, su candidato a vicepresidente, J.D. Vance, hizo hincapié en ideas similares.
«Con nuestra victoria en noviembre, los años de guerras, debilidad y caos se acabarán», dijo antes de alardear de que, cuando él estaba en el Despacho Oval, «paraba guerras con el teléfono».
El cierre apoteósico de la convención republicana era un contraste con la campaña de Biden, presionado con fuerza en las últimas horas por sus aliados demócratas para que abandone su candidatura. Trump solo mencionó en una ocasión el nombre del actual presidente. Pero describió la Administración actual como un desastre que él solucionará. «Devolveremos la fuerza, la capacidad y el sentido común al Despacho Oval», prometió antes de que llovieran los globos de colores y se abrazara con su familia en el escenario.
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