Trump, ante su «gran anuncio»: enterrado, pero no muerto
Se espera que el expresidente presente este martes su candidatura a 2024: será difícil hacerle frente pese a los resultados de las elecciones legislativas
Donald Trump
Donald Trump comparecerá esta noche desde Mar-a-Lago, su mansión en la costa de Florida, para presentar un «gran anuncio», como anticipó poco antes de las elecciones legislativas del pasado martes. Pese a que nunca hay que descartar el giro de guion cuando ... se trata de Trump, la expectativa es que anuncie su candidatura a la presidencia para 2024.
Hasta la celebración de estas elecciones de mitad de mandato, cabían pocas dudas sobre el poder del expresidente en el partido republicano. Tras el desempeño decepcionante en las urnas -aunque puedan recuperar la mayoría en la Cámara de Representantes, no han conseguido el Senado y la ansiada 'marea roja' no se ha producido- muchos dentro del partido, pocos de forma pública, quieren dar por muerto a Trump.
La ausencia de marea ha cuestionado la posición de Trump: le acusan -como hacen también los demócratas- de impulsar candidatos demasiado radicales en primarias, más interesado en su lealtad a su causa del 'robo electoral' -infundada, según los tribunales- que en su capacidad de ganar elecciones, y eso les ha hecho, por ejemplo, perder la opción de recuperar el Senado, Han encontrado un nuevo líder en Ron DeSantis, que ha ganado con suficiencia su reelección a gobernador de Florida, lleva años de batalla cultural contra los demócratas, tiene marchamo de gestor eficiente y le consideran un «Trump con cerebro»; y le sacan encuestas que muestran a DeSantis como un candidato más apto que él a presidente: un sondeo realizado por YouGov después de las elecciones, con los malos resultados calientes, mostraba que un 42% de los votantes republicanos y los independientes que se inclinan hacia el partido elegiría a DeSantis para 2024, frente a un 35% que prefiere a Trump.
Pero por mucho que se quiera enterrar al multimillonario neoyorquino, darlo por muerto es muy arriesgado. Es evidente que Trump se ha convertido en un lastre electoral para los republicanos: desde su victoria histórica en 2016, el 'trumpismo' ha provocado que el partido republicano pierda poder: se quedó sin la Cámara en 2018, perdió la Casa Blanca y el Senado en 2020 y no ha aprovechado una oportunidad clara -impopularidad de Joe Biden, inflación disparada, ola de inseguridad- para ganar más poder este año.
Pero una cosa es lo que le interese al partido -alguien como DeSantis- y otra lo que le interesa a Trump. Además de volver al poder y hacer historia con la reelección -solo lo consiguió Grover Cleveland a finales del siglo XIX-, el expresidente se enfrenta a varias batallas legales y una candidatura a la presidencia podría serle útil. Y Trump cuenta con dos armas que nadie tiene: una base electoral férrea, un culto a su persona de un sector considerable de los votantes republicanos, que hace muy difícil para cualquier rival derribarlo en un proceso de primarias; y su capacidad para agitar a los medios y a la opinión pública, imponer su tono y desmontar adversarios.
A DeSantis, de manera preventiva, ya le ha atizado un mote -'Ron DeSanctimonious', algo así como 'Ron DeSanturrón'-, ha dicho que en 2020 obtuvo en Florida 1,1 millones de votos más que él en esta ocasión y que su carrera política se debe al apoyo que él le brindó y le ha dejado una amenaza: «Sé más cosas sobre él que nadie, con la excepción quizá de su mujer». Si DeSantis acaba por enfrentarse a Trump en primarias, eso será una caricia comparado con lo que le espera: un barrizal en el que podría acabar su espléndido futuro político.