Polonia y Hungría hacen naufragar el pacto migratorio en la cumbre de Granada

Los líderes europeos renuncian a mencionar la migración en la declaración final de la reunión, aunque Pedro Sánchez habla de éxito

«Si te violan, en términos legales, y te obligan a aceptar algo que no quieres, es imposible un acuerdo», dijo Orbán

Los países de la UE alcanzan un acuerdo sobre la reforma del pacto migratorio

El Primer Ministro de Hungría, Viktor Orban (R), y el Primer Ministro de Polonia , Mateusz Morawiecki, asisten a una sesión plenaria durante la reunión informal del Consejo Europeo en el Palacio del Congreso de Granada AFP

Mariano Alonso

Granada

«La inmigración es un reto europeo que requiere una respuesta europea». Con ese enunciado un tanto tautológico se encabeza la declaración del presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, que alumbró la cumbre de Granada, un encuentro informal de los jefes ... de Estado y de gobierno de los 27 países miembros de la Unión Europea (UE) al que precedió el jueves la cumbre de la Comunidad Política Europea, todo ello con Pedro Sánchez como anfitrión, dada su condición de presidente de turno comunitario, que nuestro país ostenta durante todo el segundo semestre del año.

El ambiente no estaba para mucho más que declaraciones genéricas, después de las severas objeciones al pacto migratorio con las que llegaron a la capital andaluza los dos mandatarios más díscolos con las directrices comunitarias, el húngaro Viktor Orbán y el primer ministro polaco Mateusz Morawiecki, quien por si fuera poco tiene una cita con las urnas en las legislativas de su país del próximo día 15.

Baste decir que, a su llegada al Palacio de Congresos de la ciudad nazarí, Orbán equiparó el pacto migratorio alcanzado esta semana con carácter previo por los embajadores de los países miembros con una violación. Lo argumentó así en declaraciones a los medios: «Si te violan, en términos legales, y te obligan a aceptar algo que no quieres, ¿cómo puede haber un acuerdo? Es imposible»..

En la rueda de prensa conjunta que clausuró el encuentro, ofrecida por Sánchez, Michel y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, todos ellos evitaron confrontar con esas palabras y con las objeciones de otros dirigentes, distinguidamente la primera ministra italiana,Giorgia Meloni. Pero el hecho de que sobre inmigración hubiese la citada declaración de la Presidencia del Consejo, y ninguna alusión en la declaración final conjunta, otro documento aparte, evidenció el paso atrás en esta materia, en plena crisis de llegadas masivas al viejo continente, como se ha evidenciado en Lampedusa y también, ayer mismo, en nuestro propio país.

Sánchez, Michel y Von der Leyen trataron, pese a todo, de ver el vaso medio lleno. «Me complace decir que gracias a los esfuerzos de Pedro y de la Comisión hoy hemos dado un paso adelante, sumamente importante, trabajando en la dimensión externa de la inmigración», señaló Michel, quien remarcó igualmente lo crucial de la lucha contra las «redes de delincuentes, en el ámbito policial y judicial». Parecidas palabras emplearon Sánchez y la presidenta del Ejecutivo comunitario.

Pero lo cierto es que el caballo de Troya introducido con carácter previo por Meloni, empeñada en que se abordase esa espinosa cuestión, algo que no estaba en los planes iniciales de la presidencia española, terminó por desbaratar el resultado de la cumbre. En la delegación española admitían que una vez aceptado eso era difícil salvar la cara del encuentro, que Sánchez hubiera preferido dedicar exclusivamente al debate sobre la ampliación a los países bálticos y a Ucrania con el horizonte de 2030 (el presidente se permitió bromear sobre la coincidencia de ese horizonte temporal con el año en que España organizará junto a Portugal y Marruecos el Mundial de Fútbol) y a su propia propuesta de autonomía estratégica, una cuestión en la que el Gobierno ha puesto todos los sentidos, y que se reflejaban en esa declaración final de los 27.

Ambos debates estaban vinculados a la guerra en Ucrania, y no en vano el gran plato fuerte de los dos días de cumbre en Granada fue la aparición estelar el jueves del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, con el que se reunió bilateralmente el Rey y el propio Sánchez. Una Unión más amplia, con más socios en el club, pero al mismo tiempo más autónoma y autosuficiente.

Ese era el mensaje con el que se quería salir de la cumbre, hasta que el elefante de la inmigración se coló como invitado inesperado. La propia Meloni dejó claro que marcaría su perfil propio, y lo hizo con un encuentro bilateral el jueves con el primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, quien por cierto abandonó precipitadamente la primera jornada de cumbre (que reunía a los países de la Comunidad Política Europea, una iniciativa del presidente francés, Emmanuel Macron, que desborde el perímetro geográfico de la UE) sin quedarse ni a la cena ofrecida por los Reyes en la Alhambra ni a la comparecencia prevista con Sánchez.

Nueva cita en Bruselas

De autonomía habló Von der Leyen, poniendo en valor la «drástica reducción», dijo, de la dependencia energética de Rusia en el último año y medio, coincidiendo con la invasión de Ucrania por parte de Putin, y también lo hicieron Sánchez y Michel. Todos los líderes comunitarios volverán a verse las caras a finales de mes en otra reunión del Consejo, ésta ya si ordinaria, en Bruselas y con carácter por tanto más operativo que meramente retórico.

Todo en un fin de ciclo, dado que la próxima primavera habrá elecciones al Parlamento Europeo y, por tanto, una nueva Comisión, lo que hace difícil que el país que tomará el relevo de España en la presidencia rotatoria, Bélgica, pueda avanzar en alguno de los puntos desarrollados en Granada, que pese a todo Sánchez no dudo en describir como un encuentro «muy importante», cuyas declaraciones marcarán el futuro de la UE. Un tiempo por venir en el que, admitió, habrá que abordar cómo se redefinen algunos conceptos señeros del club comunitario, como la Política Agraria Común, con una UE «de más de treinta estados», concluyó.

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