de lejos
¿Por qué Israel encabeza el fiasco de la impunidad política y la tiranía de las minorías?
Democracias cada vez más imperfectas son el anverso de la misma moneda global compartida por autocracias cada vez más perfectas
Israel endurece el castigo sobre una Gaza cercada por tierra, mar y aire
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El primer ministro israelí, Bejamín Netanyahu
Democracias cada vez más imperfectas son el anverso de la misma moneda global compartida por autocracias cada vez más perfectas. Enfermizos niveles de polarización, un superávit de contradicciones imposible de reconciliar, carencias de liderazgo, el envite devastador del nacional-populismo y una sobredosis ... de mentiras y banalidad han inspirado toda clase de dudas sobre la viabilidad del sistema político más respetuoso con las libertadas públicas, los derechos fundamentales y la dignidad básica del ser humano.
Por supuesto, toda esa pena, penita, pena sobre el inexorable declive democrático ha sido coreada por regímenes autoritarios muy diversos pero unidos por su afán de presentarse como el futuro (muy a pesar de su siniestro presente). El «eje del muy mal», con independencia de las excusas que utilicen para abusar de sus respectivos pueblos, siempre ha tenido una notable habilidad a la hora de presentar los fracasos de Estados Unidos y sus aliados como prueba irrefutable del agotamiento del modelo democrático y de sus valores.
Israel encabeza esta problemática tendencia de la que, de una forma u otra, no se libra casi ninguna democracia occidental. Tras cinco elecciones en menos de cuatro años, finalmente Benjamín Netanyahu pudo formar el Gobierno más extremista, incompetente y divisivo en los 75 años de historia del Estado israelí. Todo gracias a una minoría de soldaditos de salón con querencia al supremacismo y aficionados a las provocaciones tan gratuitas como peligrosas. Hasta el punto de plantear el acabar para siempre con el problema palestino, terminar de colonizar y anexionarse Cisjordania, y con fondos públicos formar milicias armadas de extrema derecha.
En la búsqueda de su propia amnistía para múltiples acusaciones de soborno, fraude y abuso de confianza, Netanyahu ha fracturado a la sociedad de Israel, un país que no se puede permitir estos lujos divisivos, con la «ocurrencia» populista de revertir las sentencias del Tribunal Supremo con una simple mayoría parlamentaria. Un nivel de impunidad incompatible con el estado de derecho y el principio de igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, empezando por sus políticos.