Ucrania podrá atacar con armas de la OTAN objetivos militares en Rusia

La intensidad de la presión rusa en el campo de batalla ha convencido a los aliados occidentales de que es necesario que los ucranianos puedan llegar a la retaguardia del invasor o de lo contrario la situación podría ser muy comprometida para las tropas ucranianas.

Hace meses que los ucranianos se preguntaban con no poca ironía si los países occidentales no se estaban empeñando en preocuparse más de preservar los objetivos militares rusos desde donde el dictador Vladímir Putin lanza sus misiles, que de proteger los civiles ucranianos que son su objetivo. Mientras Járkov está siendo bombardeada desde territorio ruso, los ucranianos tenían prohibido utilizar equipos occidentales para atacar objetivos militares en suelo ruso, por temor a la reacción de Moscú.

Desde hace meses, Ucrania ya dispone de cierto numero de misiles ATACMS, no todos capaces de alcanzar los 300 kilómetros de la versión más moderna, que ha utilizado con éxito contra blancos rusos en territorio ucraniano ocupado. Hasta que hace dos días el presidente norteamericano, Joe Biden hizo saber que no se opone a que Ucrania utilice los ATACMS contra objetivos militares claros aunque estén en Rusia. Desde la Casa Blanca se hizo saber que «el presidente ha encargado a su equipo que garantice que Ucrania pueda utilizar armas estadounidenses para contraatacar en la región de Járkov, con el fin de tomar represalias cuando las fuerzas rusas los ataquen o se preparen para atacarlos». El francés Emmanuel Macron también había logrado convencer al canciller alemán Olaf Scholz de que permita a los ucranianos usar el material que ya han recibido o el que esperan recibir, sobre todo los poderosos misiles aire–tierra Taurus con 500 kilómetros de alcance.

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De modo que después de la discusión de los ministros de Exteriores, Stoltenberg proclamó ayer que «la autodefensa de Ucrania no es una escalada, sino un derecho consagrado en la Carta de las Naciones Unidas», por lo que resulta admisible que utilice todos los medios a su alcance. «Rusia inició esta guerra, se anexionó Crimea en 2014, en 2022 emprendió la invasión a gran escala de Ucrania e inició el conflicto más sangriento en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Rusia golpea hospitales, escuelas y centros comerciales. Bombardear la infraestructura de electricidad y agua, está matando a civiles ucranianos. Ucrania se está defendiendo de la atroz brutalidad rusa».

El secretario general de la OTAN es consciente de que esta decisión puede tener efectos . «Por supuesto que a Rusia no le gusta esto. En cada etapa de esta guerra, Rusia se ha quejado y nos ha amenazado. Putin quería disuadir a los aliados de la OTAN de apoyar a Ucrania. Pero no estamos solos. No nos dejaremos intimidar ni desanimarnos», continuó Stoltenberg. «Es Rusia la que ataca y ha provocado una escalada recientemente al abrir su frente en la región de Járkov, con una ola de nuevos ataques contra ciudadanos ucranianos. A medida que la guerra ha evolucionado, nuestro apoyo ha evolucionado y seguirá evolucionando».

El uso de misiles occidentales en territorio ruso representa una serie de desafíos muy importantes para los países de la OTAN que los fabrican. Lo primero porque Rusia puede considerarlo una agresión y luego porque es una tecnología que se va a poner a prueba en condiciones reales ante las defensas antiaéreas rusas más modernas. Además, existe el riesgo de que elementos de esa tecnología puedan caer en manos de los militares rusos y que los arsenales de los aliados se queden vacíos si no hay tiempo para reponer los ejemplares que se entreguen.

Por esas razones y por otras de oportunismo político, algunos países han querido dejar claro también que no están de acuerdo todavía en que sus armas sean usadas fuera de los límites territoriales de Ucrania. Eso ha producido el caso paradójico de que el Gobierno español de Pedro Sánchez ha adoptado la misma posición que el de la italiana Giorgia Meloni, con la que el socialista se declara incapaz de cooperar.