La muerte del líder de Hamás en Teherán es un éxito para la Inteligencia israelí, no para la paz

Haniyeh se libró de los años más duros en la Franja, pero pagó un precio político. En las 'elecciones internas' ascendieron al liderato de las ramas operativa y militar de Hamás los dos hombres más buscados por Israel, como máximos responsables de la ola de terror desencadenada el 7 de octubre: Yahya Sinwar y Mohamed Deif. Ambos no ocultaron sus diferencias personales con Haniyeh, que prefirió mantenerse alejado de la Franja desde el estallido de la guerra.

El golpe mortal -en las mismas barbas del enemigo principal de Israel- pretende poner de relieve no solo la excelente información del Mossad, sino además la audacia del Estado hebreo, que es capaz de atentar contra sus enemigos allí donde se encuentren. Irán se llenará la boca con amenazas, pero es difícil que las relaciones con el Estado hebreo vayan a peor. Hace pocos meses, el régimen teocrático iraní lanzó más de mil misiles contra Israel que fueron interceptados por la defensa antiaérea hebrea.

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Con el asesinato de Haniyeh, Israel culmina su mayor golpe contra Hamás desde el comienzo de la guerra en Gaza. Su muerte se produce apenas 24 horas después de otro golpe similar en Beirut contra el edificio donde residía uno de los líderes militares del grupo chií libanés Hizbolá. Y poco después de otro ataque guiado por la Inteligencia israelí, que habría acabado con la vida del número dos de Hamás, Mohamed Deif.

La lucha interna por sustituir a Haniyeh arrojará a partir de ahora luz sobre el futuro de una posible tregua en la guerra. A la espera de que se confirme la muerte de Deif, todo apunta sin embargo a que el líder militar, Sinwar, hasta ahora único superviviente de los «asesinatos selectivos» de Israel, se hará con todo el poder y hará más difícil un compromiso.

No es previsible una acción directa de represalia iraní contra Israel, pero sí un mayor compromiso del régimen jomeinista -chií- con el movimiento radical palestino Hamás, suní. La cooperación directa es complicada, porque el tránsito de armas desde Egipto hacia la Franja está muy controlado por el Ejército israelí. Pero es previsible que crezca la indirecta: más consignas a los chiíes libaneses de Hizbolá para que no cesen de hostigar con sus misiles el norte de Israel.